En una mañana fría y tranquila, el arzobispo Ezzati se veía particularmente contento en su visita a la comunidad de la capilla Cristo Peregrino de Cerrillos. Cabría preguntarse por qué, ya que a simple vista, esta iglesia no deja ver mayor proyección: 130 de los casi 150 asistentes eran personas de la tercera edad, y los pocos jóvenes presentes, en su mayoría nietos acompañando a sus abuelos.
Esta es una de las dos capillas de la parroquia Nuestra Señora de la Reconciliación. Está ubicada en un barrio que nació en los años sesenta y que fue habitado por jóvenes trabajadores de clase media con ganas de formar familia. Se trataba de padres preocupados de que sus hijos fueran 'algo más que ellos’ y para quienes el entregar una educación profesional a su descendencia era fundamental.
Cincuenta y cinco años más tarde, el barrio sigue manteniendo la paz y la vida familiar de esos años, pero esos primeros habitantes hoy se quedaron en su gran mayoría solos. El desarrollo económico y material de sus hijos, muchos convertidos en profesionales hizo que “Emigraran hacia comunas como Ñuñoa, Providencia y Las Condes, o bien, a mejores sectores y barrios de Maipú” explica el diácono Alfredo Cancino.
El párroco Jorge Toro tiene nueve años de servicio en Nuestra Señora de la Reconciliación y 19 años de sacerdocio. Para él, más allá del problema de la droga, de la deficiente atención de salud, de los crecientes índices de pobreza y cesantía en la zona “El gran problema es la vulnerabilidad en la que se encuentran los adultos mayores de la comuna”.
-¿Cómo explica este problema?
-Básicamente el problema es la soledad de los abuelos. Aquí viven muchos, y la mayoría solos. Abuelas y abuelos que no ven a sus hijos hace 15 ó 20 años, que no tienen idea dónde están, que no conocen a sus nietos, nada. Ese es un dolor que se manifiesta frecuentemente, es algo generalizado en la Villa Zaror, la Villa México. Es gente que no tiene a nadie. Es muy doloroso y eso no está en las noticias.
La concejala de Cerrillos, Cecilia Foncea, participa desde hace dos años en el equipo de la liturgia parroquial y es lectora en las misas. Dice que en su comuna hay cerca de 78 mil habitantes, un tercio de los cuales son adultos mayores. Estima que la mayor parte de los beneficios de las políticas públicas llegan a solo un 4% de ellos (unos 3 mil adultos mayores).
“Nosotros tenemos una realidad disfrazada en la comuna. En específico en la Villa México. Uno aprecia casas buenas materialmente, tipo clase media, de gente que trabajó toda su vida. Pero dentro de ellas tenemos viviendo a muchos adultos mayores en calidad de abandono. Es difícil decirlo, pero muchas familias aparecen cuando ellos ya no están, para reducir las posesiones a plata”.
Pastoral de misericordia
La “pastoral de la misericordia” de la parroquia Señor de la Reconciliación de Cerrillos y sus capillas, está conformada por una comunidad de más de 500 abuelos, muchos de los cuales visitan en sus propias casas a los vecinos ancianos más abandonados. Para financiar el trabajo pastoral y llevarles, por ejemplo, alimentos, realizan distinto tipo de labores.
“Por ejemplo, hay cuatro viejitos que llegan a todos los días a las 7:00 de la mañana a la parroquia a hacer pan y empanadas para que, con las ventas, se pueda financiar este servicio, porque acá el aporte del uno por ciento no se paga mucho, y la ofrenda que se recibe es poca. Entonces ellos mismo buscan fondos para llevar comida y ayuda a sus vecinos más abandonados” cuenta Cecilia.
El párroco agrega: “Es admirable ver cómo dedican un par de horas diarias a visitar a estas personas que están solas, que las acompañan a buscar sus remedios, que las llevan al policlínico, a la consulta. Es una pastoral que comenzó llamándose pastoral del dolor, pero viendo lo que hacen, le cambiamos el nombre a pastoral de la misericordia”.
-¿No afecta su fe ver tanto dolor y pobreza en su entorno?
-A veces uno se siente derrotado ante tanto dolor, pero son los laicos los que me animan mucho a seguir, a perseverar, y seguimos trabajando con ellos. Con ellos y muchos más estamos trabajando fuerte la misión territorial y lo hacemos en la línea del Año de la Misericordia que viene (el próximo 8 de diciembre de 2015), acercándonos a los que más sufren.
Cardenal Ezzati: Un llamado a renovarse en la fe
La razón de la alegría del arzobispo Ricardo Ezzati tenía que ver con la contemplación de la gran fe y entusiasmo de esta comunidad: un pueblo de Dios no solo ‘adulto mayor’, sino que también ‘adulto en su fe’, comprometidos y alegres.
En las lecturas bíblicas, se recordó la palabra de Dios dirigida a Moisés cuando le pide reunir a 70 ancianos del pueblo para comunicarles su espíritu (Numeros 25, 11, 25-29). Dos no llegaron al templo y se encontraban profetizando fuera. Fueron reconocidos por Moisés, quien valoró su servicio diciendo que, como ellos: “¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!”.
Al respecto, el cardenal Ezzati enfatizó: “El tema que nos propone la palabra de Dios es invitarnos a todos a ser profetas. Cada uno de ustedes ha recibido el don de ser profetas y testigos de Jesús, verdaderos discípulos misioneros. El papa Francisco los invita a ustedes, a los abuelos y abuelas, a perseverar en ser catequistas para las nuevas generaciones. Ustedes están aportando grandemente en mejorar el estilo de vida de nuestras familias, para crecer en solidaridad. Ustedes son los vecinos que anuncian a Jesús hoy día entre los más abandonados y solitarios. Ustedes son una comunidad abierta, en misión, perseveren”.
Voces de experiencia y esperanza
Bernardo San Martín y María Anabalón tienen 65 años de matrimonio y están en sus 80 años de vida. Son parte de la capilla desde antes que se construyera, precisamente “desde cuando celebrábamos misa en un cuartito de la casa en donde hoy se encuentra el templo” dice don Bernardo.
-Todos somos como hermanos en esta población, todos muy antiguos, llegamos aquí en los años 60. La mayoría compramos de a poco, pero son nuestras casas propias, que las adquirimos con el esfuerzo y el trabajo de toda una vida. Acá la mayoría ya somos viejos, y claro, se ve a muchos de nuestros vecinos que están solos, con hijos que no se acuerdan de los papás.
Para la señora María, el problema no es solo de los hijos, también de los padres: “A muchos no les enseñaron la importancia de respetar a los mayores, a los ancianos, y esto afecta después a la sociedad en general, porque usted ve que hoy día la sociedad no respeta como se debe a sus adultos mayores, no los valora como es debido, no aparecen ni en los diarios ni en la televisión. La vida parece que estuviera hecha para los jóvenes, y muchos abuelos viven solos, en la pobreza y nadie se acuerda”.
Para la concejala Cecilia Foncea “El hecho de que muchos de nuestros abuelos estén abandonados y que a muchos de ellos nos les alcance la pensión para vivir, me hace pensar que tenemos que lograr dar pensiones dignas a quienes trabajaron toda su vida y educaron a nuestra generación actual. Los seres humanos debemos cambiar y valorar más y mejor a quienes nos antecedieron y formaron. Hoy monseñor Ezzati habló de que debemos mostrar más apego a las personas que a los bienes, y ponerse en el lugar de la gente. Esto puesto en práctica, significa ser buen cristiano”.
Al término de la misa, el arzobispo compartió un pedazo de torta y una taza de té con la comunidad. Recordó también que se encontraría pronto con el papa Francisco en el Sínodo de la Familia, que rezaría particularmente por la iglesia de Chile “y por esta comunidad en particular”. Agregó: “Que la bendición que reciben no sea solo para ustedes, sino que para cada uno de aquellos que encuentren en el camino. Lleven la bendición del Señor a todos ellos, y salúdenlos con fe, alegría, esperanza y caridad en nombre de su obispo”.
Extraterrestres
Poco a poco la comunidad deja la capilla y parte a sus casas después de la celebración. Muchos de los abuelos presentes van caminando solos. Quizás las palabras del papa Francisco en una catequesis de marzo de este año, cobran nueva relevancia frente a esa imagen de soledad:
"El anciano no es un extraterrestre. El anciano somos nosotros: dentro de poco, dentro de mucho, inevitablemente, aunque no pensemos en ello. Y, si no aprendemos a tratar bien a los ancianos, así nos tratarán a nosotros".
Fuente: Comunicaciones Santiago