“Fiestas Patrias nos permite reunirnos en este momento religioso en que expresamos ser un pueblo agradecido. Un pueblo frecuentemente unido en el sufrimiento y el dolor cuando arrecian las desgracias y las pruebas, como las que están pasando nuestros hermanos del Norte de Chile en estos días y meses. Solidarizamos y oramos fraternalmente por ellos, para que se pongan de pié, luego, con valentía, gracias también a nuestra solidaridad”!. Fueron las palabras iniciales del P. Obispo Luis Infanti en su homilía durante el Te Deum.
Su reflexión se basó en el encuentro de Jesús y Zaqueo (Lc. 19, 1-10) marcando aspectos de la vida de éste y de su conversión, que es el deseo de Dios a través de Jesucristo, para todos nosotros. “Bien puede reflejar el Chile de hoy…Zaqueo, como toda persona, buscaba el SENTIDO DE SU VIDA y lo encontró en enriquecerse a costa de su pueblo. Era jefe de los recaudadores de impuestos para el imperio romano, y por ejercer esta función, era odiado por todo el pueblo, porque era reconocido por engañar y despojar a los pobres, era un corrupto, un pecador... Se sentía incómodo, molesto, avergonzado con ese rumbo que le había dado al sentido de su vida… Jesús le dice: “Hoy tengo que quedarme en tu casa”. No es por un pedido de Zaqueo, ni por sus méritos. Es por un deseo de Jesús, un deseo de amar, de encontrarse, de rescatar al pecador, de devolverle el SENTIDO PROFUNDO DE SU VIDA”. “Creo – agregó el P. Obispo Luis - que Zaqueo refleja lo que somos y lo que deberíamos ser NOSOTROS, HOY, como personas y como pueblo”.
Nuestra realidad:
El P. Obispo Luis, invitó a vernos como Zaqueo. ¿De qué nos escondemos hoy, tras los frondosos ramajes del árbol?… “como Jesús entró en casa de Zaqueo para abrirlo a una vida nueva y entró en nuestra casa común de Aysén, quiere entrar en cada hogar de los pueblos y ciudades de nuestra Patria, para que su mirada y su palabra NOS ABRA A UNA VIDA NUEVA en que:
- valoremos la vida en todas sus dimensiones, de cada creatura de Dios;
- proyectemos las metas y proyectos país con participación, respeto y diálogo en que los pobres sean dignificados;
- los delitos de corrupción sean desterrados;
- las leyes puedan ser legítimas y por lo tanto obedecidas;
- la fe sea inspiradora de actitudes, estilos de vida y decisiones que favorezcan la vida, el amor y la paz;
- la alegría y la esperanza recobren su resplandor en cada persona;
- la ciudadanía sienta y experimente el poder de la responsabilidad en la construcción del bien común;
- la confianza renazca entre la ciudadanía y las élites del poder político, económico, cultural, religioso y social.
La liturgia contempló ofrecimientos como ser, una planta de Araucaria, agua, una imagen de San A. Hurtado y nuestra bandera, que portaron niños, jóvenes, adultos mayores, religiosas y autoridades.
El P. Obispo concluyó implorando a Dios que, “ilumine con su Espíritu, a todos, autoridades, instituciones, familias y todo nuestro pueblo, concediéndonos la misericordia, fortalezca nuestra fe para derrotar todo mal y luchar para darle SENTIDO A LA VIDA Y A LA HISTORIA” de una Patria que pueda celebrar la fiesta de un pueblo glorioso y fecundo”.
Esta tradicional Acción de gracias por nuestra patria se llevó a cabo en todas las parroquias y la mayoría de las comunidades cristianas del Vicariato Apostólico.
Fuente: Comunicaciones Aysén.