Al ingreso del templo los feligreses eran recibidos por miembros de la catequesis familiar, quienes regalaban gorros, stickers alusivos y pañuelos. Mientras que, en su interior el pasillo central estaba decorado con globos de alegres colores.
La participación activa de la comunidad permitió que cada momento de la misa fuera una verdadera catequesis. El párroco Cristián Cárdenas M.S.F. utilizó el evangelio del día tomado de Juan 6, 41-51, que hablaba de Jesucristo “Pan de Vida” y extractos de la película infantil “Intensamente” entre otros ejemplos, para explicar cómo la familia y los mayores pueden educar a los niños en el amor, la fe y el perdón.
“Nuevos niños, nuevos desafíos, nuevas actitudes de los padres hacia los hijos para educarlos. Los tiempos han cambiado, por eso hoy más que nunca se hace importante transmitir ese amor y esa fe desde sus padres, desde su familia (…) Cuando uno se siente amado, deja que el control de la vida lo lleve el amor”, expresó el párroco.
Continuó diciendo que, “La Eucaristía nos da la fortaleza para ser valientes y perdonar. Para poder vivir los valores de Jesús, para poder mirar con los ojos de Él, para poder vivir las actitudes que Él nos enseñó y todo eso guiado por la familia que dedica tiempo a los pequeños y que no subsidia el amor con regalos. Transmitamos la fe, transmitamos el amor y la confianza en sus propias capacidades” dijo el sacerdote.
Durante el ofertorio, además de entregarse la canasta de alimentos, un matrimonio y su bebé presentó la figura del Niño Dios, mientras que la catequesis familiar llevó carteles alusivos al día del niño y el mes de la solidaridad con imágenes de San Alberto Hurtado.
En el momento de la comunión destacaron canciones como “Yo tengo un amigo” y “Alzad las manos”. Antes de la bendición final, la Delegación para la Pastoral Familiar del Arzobispado de Santiago, matrimonio Borgoño- Undurraga, agradeció el cariño de la parroquia en la preparación de la Misa, además de transmitir el
mensaje del Arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati.
“La sonrisa de un niño es reflejo de la sonrisa de Dios para la humanidad, dijo nuestro arzobispo. Por eso, los invito a ser como ellos, como los niños, a sonreír y maravillarse todos los días con la naturaleza, con las cosas que Él nos da”, comentó el también diácono, José Manuel Borgoño.
La Santa Eucaristía concluyó con el signo de la cruz, bendición hecha por los padres presentes hacia sus hijos y por supuesto, con golosinas para los más pequeños.
Fuente: Comunicaciones Santiago