Con una gran asistencia de fieles, la zona sur celebró contenta la beatificación de Monseñor Oscar Romero
“Creo en una Iglesia que es signo de esa presencia del amor de Dios en el mundo, donde los hombres se dan la mano y se encuentran como hermanos. Una iluminación de fe que hace distinguir cualquier liberación de tipo político, económico, terrenal que no pasa más allá de ideologías, de intereses y de cosas que se quedan en la tierra"- Con estas sinceras y ejemplares palabras cientos de feligreses recordaron a quien ahora se reconoce como “Profeta y mártir de la Américas”.
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En este contexto hubo espacio para leer la carta del El Papa Francisco con motivo de la Beatificación de Monseñor Romero realizada en El Salvador el sábado 23 de mayo.
En este gran acontecimiento para la Iglesia en Latinoamérica, la zona sur se reunió para celebrar con gozo y reconocer el testimonio de la vida de Oscar Romero Obispo y Mártir, que hoy la Iglesia propone como modelo. Y como signo de presentación dos jóvenes participes de nuestra comunidad iluminaron con velas como un gesto de unión a la iglesia universal.
Minutos antes de la homilía los asistentes pudieron ver un conmovedor video que mostró la vida de Monseñor Romero que fue preparado por el Padre Fernando Tapia.
Para el Vicario de la Zona Sur, Monseñor Pedro Ossandon, la beatificación del Obispo y Martir Oscar Romero significa un reconocimiento a la fe y al amor de un pastor de Dios, quien nos mostro el camino y fue en defensa de los más necesitados.
Asimismo, hasta el Altar dos personas que participaron en el Taller de reflexión y profundización de la vida de Mons. Romero realizado en el Decanato Santa Rosa Norte previo a la ceremonia de beatificación, dejaron ofrendas para agradecerle.
Al final de la misa se repartieron trípticos con aportes sobre la vida de Mons. Romero que los feligreses pudieron llevar a sus casas y a sus comunidades.
Breve Biografía
Monseñor Oscar Romero muere asesinado el 24 de marzo, mientras celebraba misa en la Capilla del Hospital La Divina Providencia, en San Salvador. Su muerte causó mucho dolor en el pueblo y un gran impacto en el mundo. De todos los rincones llegaron muestras de solidaridad con la Iglesia y el pueblo salvadoreño. Él mismo dijo que si moría resucitaría en el pueblo salvadoreño.
Mons. Romero, con su predicación del Evangelio y con su acompañamiento al pueblo de Dios, se esforzó por mostrar las exigencias de la fe cristiana en el ámbito personal, eclesial y social. Muchas veces fue incomprendido, calumniado y condenado injustamente. Como pastor era consciente de que tenía derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afectara a la vida de las personas, “ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano” (EG 182).
Con su servicio llama continuamente a la conversión como el único camino que conduce a la reconciliación. Quiere también prevenir la violencia apelando a los valores de la conciencia, a los mandamientos de Dios, a la obligación de obedecer a Dios antes que a los hombres. “Mi voz desaparecerá pero mi palabra, que es Cristo, quedará en los corazones que lo hayan querido recoger”, indicaba en su homilía del 17 de diciembre de 1978.
Debido a la importancia de este acontecimiento para Latinoamerica, junto a las fotografías de la misa, se adjuntan en esta nota una serie de documentos que reconocen la figura de Monseñor Oscar Romero.
- Carta del Santo Padre Francisco con motivo de la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez
www.iglesiadesantiago.cl
Fuente: Comunicaciones Santiago
Santiago, 08 de Junio, 2015
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