Misa de Jueves Santo “Pidamos para Chile, y nuestras comunidades, el don de amar”
En la última celebración eucarística hasta la Pascua de Resurrección, el
Cardenal Ezzati concelebró en la Catedral de Santiago la misa de Jueves Santo, junto a los presbíteros Pedro Narbona, Cristián Castro e Ignacio Canales, y una numerosa cantidad de fieles.
Al inicio de su homilía el Arzobispo señaló “
Nos convoca en esta tarde la celebración de la cena del señor, en el día en que Cristo ha instituido para su Iglesia el sacramento de la Eucaristía, entregándonos su cuerpo y su sangre, para que la vida divina de Jesús se injerte en nuestra pobre vida humana” agregando “Jesús enviado por el padre ha anunciado el Reino nuevo del amor, de la paz y de la justicia y ha querido que su propio cuerpo fuera un sello de esta alianza nueva y eterna”.
En el día del Sacerdocio, el cardenal destacó “
Los sacerdotes en la comunidad de la Iglesia, no tienen otra tarea que ser un signo visible y palpable del amor de Jesús, que sigue entregándose en cada Eucaristía que se celebra, en cada bautismo, en cada camino que acompaña el sacerdote en la vida de cada uno de nosotros”.
“En esta tarde el Señor nos invita a hacer presente a lo largo de toda la historia su mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros -y no de cualquier manera- ‘que se amen los unos a los otros como yo los he amado’".
"Queridos hermanos y hermanas, no hay manifestación más grande del amor de Dios.
Sin duda alguna la Eucaristía nace del corazón de Dios que quiere alimentar en un signo eficaz, nuestro camino hacia la Pascua. Y nosotros fieles a Jesús, cada domingo, hacemos presente el misterio de su pascua. No hay vida cristiana sin Eucaristía".
Respecto del signo de servicio expresado por Cristo en la última Cena, el pastor de la Iglesia de Santiago explicó “Dentro de algunos instantes haremos simbólicamente lo que Jesús nos ha mandado realizar. Lavaré los pies de unos hermanos, para indicar que toda nuestra vida de cristianos tiene que ser parecida a la de Jesús, que no ha venido para ser servido, que no ha venido para salvar el mundo con el poder y la fuerza, sino que ha venido para servir, para inculcar el amor. Para decirnos que
la civilización del amor es lo que necesitamos para construir una vida fraterna y una vida fecunda. Este mandamiento del amor, el Señor lo repite en el día de hoy en un país donde la desconfianza ha sembrado en el corazón de muchos, ese miedo e incertidumbre que nos hace tanto daño.
Pidamos para Chile, para nuestra ciudad y nuestras comunidades, el don de amar. Porque donde se ama allí está Dios”.
El cardenal concluyó su mensaje señalando “Cuanta alegría, cuanto gozo, cuanta esperanza; cuando con la gracia de Dios aprendemos a superar nuestras diferencias.
Seamos constructores de unidad, de paz, de concordia. Constructores de esa vida nueva que Jesús quiere infundir también en nuestra vida social y de manera particular para que los últimos, los más pobres, los que están al lado del camino; puedan encontrar un camino de verdad, de crecimiento y un camino de solidaridad”.
Luego el Arzobispo realizó, en representación de todos los presentes, el lavado de pies a un grupo de adultos mayores del Hogar de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres de Quinta Normal. Dicho instante fue seguido con atención y recogimiento por parte de los participantes en la celebración.
Al final de la Eucaristía se realizó otra expresión de fe, al trasladar el santísimo sacramento para un momento de adoración, oportunidad en la que el Cardenal señaló “pidámosle al Señor que camine con nosotros, que Él sea nuestra fortaleza, nuestro camino, verdad y nuestra vida”.
Fuente: Comunicaciones Santiago
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