Francisco, reformar el corazón
Francisco, reformar el corazón

En medio del torbellino noticioso relacionado con el Papa se oye la expresión “reforma de la Curia”. ¿A qué se refiere?, ¿es la Iglesia toda la que está en tiempo de reforma? Los cardenales Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz –partícipes de las últimas asambleas sobre el tema- y un vaticanista, lo aclaran.

Dos años se cumplen este 13 de marzo desde la elección de Jorge Mario Bergoglio como Sumo Pontífice. Adoptó por nombre Francisco, como el de Asís, dijo, para no olvidarse de los pobres y por el cuidado de la creación. El estilo y liderazgo del primer Papa de origen latinoamericano ha asombrado al mundo en general. A fines del 2013, la revista Time lo eligió como la persona del año. Ha sido portada de la revista Rolling Stone y todas las semanas, arranca titulares. Sin minimizar el impacto de su figura en el mundo civil, sus principales llamados de atención han sido hacia el interior de la Iglesia, interpelando a la médula la coherencia de los cristianos católicos.

Transformar la Iglesia

Dentro de sus iniciativas está la reforma a la Curia, anunciada a un mes de su elección, cuando creó el consejo de cardenales, con el objetivo de asesorarlo. Este grupo de 9 personas está integrado por representantes de todas las zonas geográficas; entre ellos y a nombre de Latinoamérica, el cardenal chileno Francisco Javier Errázuriz, quien aclara que esta reforma a las estructuras vaticanas comenzó a gestarse antes del actual papado, y que ya en el última elección de Pontífice se sabía que quien fuera elegido debía ejecutarla.

“En las asambleas previas al cónclave –explicó el cardenal Errázuriz-, los participantes hablan sobre la Iglesia: sobre su florecimiento en muchos países, las deficiencias y debilidades que han encontrado, y sobre los desafíos que debe asumir quien sea elegido Papa. En aquella oportunidad, muchos cardenales, junto con agradecer el servicio de quienes trabajan en el Vaticano colaborando con el Papa, mostraron deficiencias en el funcionamiento de la Curia Romana”. Reformarla sería tarea del próximo Papa.

“En una palabra, los cardenales pidieron que en la Curia Romana, los dicasterios -que son semejantes a “ministerios” al servicio de la conducción pastoral del Papa-, se distinguieran por contar con personas que reflejaran la internacionalidad de la Iglesia Católica, se destacaran por el espíritu de servicio, no obstaculizaran la relación directa con el Santo Padre, y que no incluyeran a sacerdotes animados por la intención de hacer carrera o por otro de los males que el Papa señaló a fines de diciembre”, agregó.

Tentaciones

Los males a los que alude el cardenal Errázuriz son los enumerados por Francisco en su encuentro anual de Navidad 2014 con la Curia Vaticana. Nada de guardar el polvo bajo la alfombra, parece ser una de las consignas del Papa, pues las “15 enfermedades y tentaciones que debilitan el servicio a Cristo de todos quienes trabajan en la Iglesia” deben haber sido un balde de agua fría entre muchos: sentirse ‘inmortal’, la excesiva operatividad, el endurecimiento mental y espiritual, la planificación excesiva y el funcionalismo, la mala coordinación, el Alzheimer espiritual, la rivalidad y la vanagloria, la esquizofrenia existencial, las habladurías, divinizar a los jefes, la indiferencia hacia los demás, la cara de funeral, la acumulación, los círculos cerrados y la ganancia mundana del lucimiento. “Tales enfermedades y tentaciones –advirtió- son naturalmente un peligro para cada cristiano y cada curia, comunidad, congregación, parroquia, movimiento eclesial y pueden golpear a nivel individual y comunitario”.

La reforma está recién comenzando y contempla un proceso que el mismo Francisco ha dicho tomará un buen tiempo, con el fin de favorecer la transparencia y lograr una mayor evangelización. “La reforma –dijo el Papa– no es un fin en sí mismo, sino un medio para dar un testimonio cristiano fuerte; para favorecer una evangelización más eficaz; para promover un espíritu ecuménico más fecundo; para alentar un diálogo más constructivo con todos”.

¿En qué aspectos esta reforma va a promover que se acaben o eviten los males? El cardenal Errázuriz señala: “Si solo se buscara cambios estructurales, la reforma quedaría realmente coja. La dimensión espiritual de la reforma es la más importante”.

Por su parte, el Arzobispo de Santiago el cardenal Ricardo Ezzati, quien fue parte del último consistorio extraordinario que trató estas materias, señaló: “Por el momento, la nueva constitución que debiera describir las funciones de la Curia renovada, no está escrita, ni aprobada, sin embargo está suficientemente claro que el Santo Padre quiere una expresión más colegiada, más comunitaria y más simplificada. Se habla de unificación de servicios que en la actualidad están dispersos. Por ejemplo, una Congregación que una el servicio y el acompañamiento de la Santa Sede a los laicos, a la familia; una Congregación que una todos los servicios de la caridad y de la solidaridad, como también los aspectos económicos y administrativos de la Sede Apostólica. Se piensa también que algunos servicios puede ser cubiertos por las Conferencias Episcopales de las varias naciones”.

¿Por qué es conveniente fusionar dicasterios? Por una parte, revela el cardenal Errázuriz, porque todos desean una mejor coordinación entre los diferentes organismos y que sea el mismo Santo Padre el que impulse orientaciones comunes a ellos.

Entre las medidas tomadas hasta el momento, al alero del consejo de cardenales y tomando en cuenta las sugerencias de otros consagrados y laicos de distintas partes del mundo, según aclara el cardenal Errázuriz, destacan la creación de una comisión para la protección de los niños contra la pedofilia así como de la Secretaría de Economía para la transparencia y coordinar la gestión financiera y administrativa del Vaticano.

Opinión experta: Andrea Tornielli, vaticanista de La Stampa

“En la Iglesia, las estructuras tiene una sola finalidad; es decir: ser una válida ayuda para desarrollar la labor evangelizadora que Jesús ha confiado a sus seguidores. Los tiempos han cambiado desde el último ordenamiento realizado hace un par de décadas y es necesario que las estructuras de servicio de la Iglesia obedezcan a su finalidad: estar al servicio de los discípulos y las discípulas del Señor y de la finalidad evangelizadora de la Iglesia. En síntesis, lo que busca el Papa Francisco es que la Curia vaticana esté al servicio del "gozo del evangelio", señaló el cardenal Ezzati.

Para el vaticanista italiano, Andrea Tornielli, para "sintonizarse" con el Papa Francisco no es suficiente cambiar unas palabras en los discursos o análisis. “La actitud más verdadera me parece que es la de quien pone en discusión su vida, su pensamiento, su modo de actuar a través de las palabras y del testimonio que nos da Francisco. Y tenemos que recordar que las resistencias mayores a su reforma, a su conversión pastoral, a su invitación a irse fuera, llega desde los hombres de religión: es decir que es más fuerte en el interior del mundo eclesial”.

En ese mismo sentido, considera que esta reforma es parte de una “gran reforma eclesial. “La reforma más importante que Francisco pide a la Curia, a la Iglesia, a todos los creyentes católicos, es una reforma del corazón. Una verdadera conversión. Sin ésta, no hay reforma estructural que pueda conseguir un verdadero resultado, y hay el riesgo que nuevos hombres en el nombre de la transparencia puedan perpetuar un sistema de poder distinto de lo del anterior pero siempre sistema de poder. El antídoto único es un corazón abierto. Esta conversión pastoral de todos los católicos y no sólo de la curia puede pasar a ser una verdadera novedad, sobre todo si las palabras del Papa encuentran cabezas, manos, brazos y pies para llegar más adelante”, concluye el especialista del periódico La Stampa.

Fuente: Comunicaciones Santiago www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 05 de Marzo, 2015
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