Conmemoran en Diócesis de Osorno 33º Aniversario de la Pascua del Venerable Siervo de Dios Mons. Francisco Valdés
Una hermosa procesión, integrada por representantes de Instituciones y Movimientos fundados por Monseñor Francisco Valdés, dio inicio a la celebración. Posteriormente, en agradecimiento a su incansable labor como Pastor, junto a la imagen del Primer Obispo en el altar fueron depositadas flores.
Autoridades locales y provinciales, junto al personal consagrado, sacerdotes, diáconos permanentes, religiosas (os), agentes de pastoral y un gran número de fieles se reunieron para dar gracias a Dios por la vida, vocación y testimonio de Monseñor Francisco Valdés: un humilde servidor del Evangelio, de su Iglesia, de la Diócesis que con tanto esfuerzo edificó. Un hombre de Paz. En este ámbito podemos destacar la crucial significación de sus acciones, en la concreción del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina. Siendo Monseñor Valdés quien inició correspondencia dirigida a los presidentes de ambos países. “Nada se pierde con la paz. Ninguna gloria mayor para ambos Presidentes que mostrar ante el mundo ansioso por aprender cómo se superan los conflictos, cómo se prepara con sabiduría el mañana de las naciones”. (25 octubre 1978, fragmento carta dirigida a los Presidentes de Chile y Argentina).
Un momento de significativo simbolismo, aconteció cuando dos hermanos, de Chile y Argentina, presentaron ante el altar los emblemas patrios de ambos países, como signo de hermandad y comunión. Posteriormente, una pareja de esposos, cuyo matrimonio fue bendecido por Monseñor Francisco Valdés y el Padre Francisco Triviño, último sacerdote ordenado por el Primer Obispo, presentaron ante el altar los dones de pan y vino.
Durante la celebración se dio lectura a la carta enviada por la Presidenta de la República, Dra. Michelle Bachelet Jeria, en agradecimiento a la invitación enviada para asistir a la santa Eucaristía, 33º Aniversario de la Pascua de Monseñor Francisco Valdés. “Quisiera extender mi saludo a las autoridades presentes, así como a los osorninos y osorninas que se han reunido en la Catedral para celebrar la alegría de un hombre que, muchos de ustedes, tuvieron el honor de conocer. Un hombre humilde, cuyos pasos fueron siempre guiados por la solidaridad y el amor al prójimo. Es una fecha especial, porque nos reunimos alrededor de la figura de un hombre ejemplar, cuyo ejemplo de vida fue, recientemente, acreedor del título de “Venerable” por parte de Su Santidad, el Papa Francisco. (…) Comparto con ustedes la tremenda alegría que viven, y que además embarga a todo el país, ya que tener referentes espirituales que guíen a los chilenos y chilenas a través de su calidad humana y su ejemplo de vida es motivo de orgullo para todos y todas”.
Monseñor Fernando Chomali Garib, Arzobispo de Concepción y Administrador Apostólico de la Diócesis destacó en su homilía la sencillez y humildad de Monseñor Francisco Valdés. “Monseñor Francisco Valdés es una persona digna de venerar. Todos, creyentes o no, estamos llamados a imitarlo. A vivir y experimentar día a día las virtudes de este hombre de Dios. Ha sido un regalo para mi celebrar esta santa Eucaristía. Después de estudiar a fondo su vida y obra, puedo decir que Monseñor Francisco Valdés fue luz con su palabra, con sus acciones, con su vida. Supo donarse a si mismo, expresando su vocación de servicio a los demás. Su permanente actitud de oración y diálogo con el Señor le inspiraron constantemente nuevos proyectos”.
Vida y Misión del Siervo de Dios…
Bautizado con el nombre de Maximiano, nace el 23 de septiembre de 1908 en Santiago, segundo de 5 hermanos. Visitando Roma con su familia, experimentó el llamado, y su ulterior vocación de servicio y entrega a Dios. “Los capuchinos me parecían excepcionales, eran pocos, modestos y alegres, los más pobres con sus hábitos remendados, descalzos siempre, una predicación hecha con la vida….” “Mi vocación estaba clara: franciscano capuchino, misionero en Araucanía y yo estaba resuelto a realizarla”.
El 17 de marzo de 1934 es ordenado sacerdote capuchino para el pueblo de Dios. “…se feliz con la única felicidad verdadera que es la que viene de Dios”. En 1939 es destinado a la Misión de Boroa, en el centro de la Araucanía, entre el Río Cautín y Quepe, como vicario parroquial y director espiritual de las hermanas misioneras catequistas. Francisco visita a caballo a sus parroquianos, a los lugares conocidos y cercanos, también a los lejanos e inhóspitos.
En 1943 llega como párroco y misionero a Pucón. Desde ese momento será el “Padre Pancho” “…debo ocupar la mente, de la mañana a la noche, en las necesidades de mi desolada parroquia. Son los deberes de un párroco misionero, que no puede menos que consumirse”. Los 13 años en Pucón, estuvieron llenos de historias, de entregas, de obras, entre las que se encuentran: el Primer Hospital de Pucón, El Cristo de Tromen, El Cristo de Antumalal, el Monasterio, la Gruta de Lourdes, varios colegios y capillas en el campo.
El 15 de noviembre de 1955, Su Santidad Pío XII crea la diócesis de Osorno, y un año después, se nombra a su primer Obispo: el Padre Pancho; a partir de ese momento, Monseñor Francisco Valdés Subercaseaux. “Yo no nací para ser obispo, siempre he querido ser un sencillo capuchino. No me queda sino cumplir la voluntad del Santo Padre, si él quiere que sirva a Dios y a la Iglesia como obispo, lo haré”.
Monseñor Valdés asume una diócesis con muchos desafíos, la realidad que encuentra le evidencia una gran escasez de sacerdotes, en su mayoría de edad avanzada; sin seminaristas. Desde ese momento en adelante la tarea y misión será difícil mas no imposible. Se requiere varios viajes por Europa y Estados Unidos para solicitar, tanto clero como medios económicos. “Gracias por los sacerdotes ejemplares y celosos, que han venido a colaborar en la tarea pastoral, reunidos en un presbiterio, que es la fuerza espiritual de la diócesis”.
El terremoto de 1960 deja a su paso dolor y sufrimiento, y una gran destrucción: “Habrá que aunar todas las fuerzas vivas para: reconstruir tanto lo material como lo espiritual del pueblo”.
La catedral de Osorno no queda exenta de graves daños en su infraestructura. Pero de parte del Obispo Valdés está la firme convicción de que “Osorno no puede quedarse sin catedral”. En 1977 se consagra el nuevo templo con la presencia de todos los obispos de Chile.
Es válido destacar su cercanía con los más débiles, con la gente sencilla, “Vivir con lo mínimo necesario, no con lo máximo permitido”.
Es llamado a la Casa del Padre el 4 de enero de 1982 después de una corta y dolorosa enfermedad. “Ofrezco mi vida por el Papa, por la Iglesia, por la diócesis de Osorno, por los pobres, por la paz entre Chile y Argentina y por el triunfo del amor”. Sepultado en la cripta, hoy descansan sus restos mortales, a los pies de la imponente catedral que varias décadas atrás construyó con la ayuda del pueblo de Osorno y también bienhechores extranjeros.
Fuente: Comunicaciones Osorno