“¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre”. La cita de la carta de san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 11) es el lema escogido por Jaime Coiro, portavoz de la Conferencia Episcopal, para su ministerio diaconal, que su familia define como una “consagración en el servicio a las personas, especialmente a los comunicadores, sus familias y a quienes sufren dolor, exclusión y pobreza”.
Coiro, periodista y magíster en Ciencia Política, junto a su esposa Nilda Quezada, socióloga y académica en la Universidad Católica, iniciaron el proceso de discernimiento y formación el año 2009, cuando sus hijos Mateo y Bruno tenían 7 y 2 años de edad, respectivamente.
Para Nilda Quezada, el rol del matrimonio como constructor de la Iglesia hoy es clave: “Nos toca vivir y encontrarnos con el día a día de todas las personas. Aprendemos que en todo lo cotidiano hay semillas del amor de Dios que pueden hacerse fecundas a partir de un servicio humilde desde la familia”.
Mateo valora la vocación de servicio que como familia han emprendido: “Me parece bien porque así puede servir a los demás, por ejemplo casando a novios. Él quiere ayudar y nosotros también. Nos va a hacer bien como familia porque vamos a estar más unidos”. Mientras Bruno sabe que el servicio será compartido por toda la familia: “Estoy contento porque todos en la familia vamos a poder servir a los demás y tratar de seguir el camino de Dios”.
Sobre su proceso de discernimiento al diaconado, Jaime Coiro cuenta que la V Conferencia General del Episcopado fue una instancia que lo marcó profundamente: “Durante varios años mantuve un rotundo No para cada propuesta o pregunta que recibía sobre una posible vocación al diaconado permanente. Pero tuve la posibilidad de conocer, en Aparecida, Brasil, el año 2007, cómo en algunos países se abría paso el diaconado en ambientes específicos (educación, familia, pastoral social…) como una misión marcadamente de frontera. Entonces empecé a escuchar experiencias e ideas sobre lo relevante que sería para la Iglesia poder contar con diáconos que pudieran vivir su ministerio en la promoción del diálogo con las culturas y en el servicio preferente a periodistas, comunicadores y sus familias”.
Ciertamente que su rol de vocero de la Conferencia Episcopal,también influyó en su decisión: “El Señor me ha hablado fuerte toda la vida, especialmente, en nuestro matrimonio y familia, y también durante este proceso de discernimiento. En este tiempo, en que me ha tocado comunicar desde la Iglesia situaciones de escándalo y vergüenza, la posibilidad de acercarme hacia el dolor de las víctimas, en un cierto modo comenzó a disponer colores nuevos en mi espiritualidad diaconal. También ha sido muy providencial la posibilidad de situarme desde el lugar de personas y grupos que son marginados y excluidos en la sociedad, a veces también en la Iglesia”.
Como matrimonio fueron presentados a la Escuela diaconal del arzobispado de Santiago por Mons. Cristián Contreras Villarroel, entonces obispo auxiliar de Santiago y responsable de la Pastoral de Comunicaciones de la arquidiócesis.
Gratuidad y donación
Jaime se encontraba iniciando su tercer año de formación cuando fue elegido por los obispos como portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile (abril 2011). En diciembre de ese mismo año recibió el rito de Admisión, y en 2012, los ministerios de Lector y Acólito.
Este ministerio “enriquecerá y complementará el ejercicio de su profesión como periodista y vocero de la Iglesia católica; al ser consagrado recibirá la gracia, la fuerza del Espíritu de Dios que le fortalecerá en su misión, acompañado por la oración y afecto de la comunidad”, explica la hermana Teresa Gajardo, encargada de formación del Área Pastoral de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal.
Y agrega: “Como diácono permanente, su primer servicio es el testimonio en y con la familia, como esposo y padre; luego, comunicar la Palabra, hecha carne en su vida concreta, para ‘comunicar a otros lo que uno ha contemplado’ (EG 150), integrando la fe en la nueva cultura de la comunicación. Gratuidad y donación en el servicio de la caridad, entendida como la caridad de la verdad; servidor de la comunión y del encuentro con Cristo, como ministerio del culto, convirtiendo su vida en liturgia, mediante gestos y actitudes que faciliten la cercanía y la acogida, imagen de la ternura y misericordia de Dios. Diácono, elegido por iniciativa del Señor, para salir a las periferias, para que a todos llegue la alegría del Evangelio”.
Doris Pons, directora de comunicaciones de la diócesis de Copiapó, valora este servicio que Jaime entregará a todos los comunicadores del país: "Quiero creer que mi amistad con Jaime nació del respeto y la simpatía mutua. Lo conocí en el ámbito de las comunicaciones de la Iglesia, por eso siempre fue un ejemplo de profesional comprometido con su fe. Esta amistad se profundizó en una jornada de comunicadores en el norte, en un viaje de Mejillones a Antofagasta, donde hablamos de la vida, de la Iglesia, nuestras distintas experiencias de fe y un sinfín de cosas. Allí, en medio del paisaje más desértico, descubrí a un hombre inquieto, crítico, intuitivo y asombrosamente honesto, y pude ver las primeras luces de este llamado al diaconado. Me sentí honrada cuando, pasado el tiempo, Jaime compartió conmigo su deseo de comenzar este camino. Quién mejor que él para continuar al servicio de la Iglesia, y de nosotros los comunicadores de todo el país, ahora como diácono. Jaime ya no es sólo el profesional brillante y asertivo: es para mí un colega, un amigo y un hermano, un testimonio de amor a Dios y de fidelidad a la Iglesia. Y desde que supe de su ordenación, he rezado cada día para que el Señor lo ilumine y lo acompañe a él y a la hermosa familia que, junto a Nilda, han sabido formar".
El diaconado en la Iglesia
Los diáconos permanentes son hombres casados que han recibido el sacramento del Orden en el grado diaconal. Configurados con Cristo servidor, sirven al pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la Palabra y de la caridad. Por dicho sacramento se incorporan al estado clerical. Sus oficios propios son, entre otros diversos servicios evangelizadores y pastorales, conferir el sacramento del Bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, bendecir el Matrimonio en nombre de la Iglesia, proclamar la Palabra de Dios (como el Evangelio en la misa), presidir el culto y oración de los fieles (como las asambleas dominicales cuando no hay sacerdote), administrar sacramentales (como bendecir, o presidir procesiones, devociones y otras expresiones de piedad popular), y presidir el rito de los funerales y sepultura.
El diácono permanente Enrique Palet profundiza: “Los diáconos están llamados cada vez más a proyectar su labor, inspirados en la solidaridad de Jesús con la humanidad, haciéndose hermanos con todos, de manera que, de un modo amplio, contribuyan activamente en la construcción de una sociedad más justa, más fraterna y más humana, buscando el bien común en lo social, cultural, político, educativo, comunicacional, etc. Además, por supuesto, de las funciones litúrgicas y de proclamación de la Palabra de Dios que les sean encomendadas y que todos los cristianos requieren para ser capaces de poder vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo”.
Ceremonia de ordenación
En esta oportunidad, de los 27 nuevos diáconos para la Iglesia de Santiago, los primeros siete serán ordenados por el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, el sábado 27 de septiembre a las 10:00 horas en la catedral metropolitana. Además de Jaime Coiro, serán ordenados Raúl Ubilla, de la zona Norte; Sergio Barayón, Miguel Haggar, Miguel Miranda, Julio Torres y Nelson Varela, de la zona Cordillera. Los otros nuevos diáconos serán ordenados en ceremonias posteriores en sus respectivas zonas.
Fuente: Prensa CECh