En su reflexión, el Arzobispo de Santiago invita a tener una mayor preocupación por los niños y por la dignidad de toda persona humana ya que hemos sido creado a imagen y semejanza de Dios, señala.
El Cardenal Errázuriz inicia su
mensaje reflexionando sobre aquellas personas que aún no han recibido el don de la fe, pero que también se asocian a la celebración de Navidad con su saludo y deseos de paz y felicidad. “Son sentimientos muy profundos los que anidan en su corazón y las llevan a desear esa luz y esa paz que contagian a quienes se acercan al pesebre, a colmar ese silencio y ese anhelo de felicidad que brotan de su espíritu y del nuestro. En Navidad se encuentran las expectativas más humanas con el amor de Dios, que viene a nuestro encuentro. Viene a cumplir de manera sorprendente los anhelos que Él mismo sembró en nosotros”, señala el Arzobispo de Santiago.
En su mensaje, Monseñor Errázuriz invita a reflexionar sobre el misterio del Nacimiento de Jesús, donde “se encuentra Dios que ha descendido hasta nosotros, y nuestro anhelo de subir hasta Él, de acceder a la Felicidad y la Paz, a la comunión con Él y con los hermanos. Queremos que también nuestras prisas se detengan. Queremos tener tiempo para la irrupción maravillosa del amor y la verdad de Dios”.
Y agrega Monseñor Errázuriz en su mensaje: “Sobrecogidos por el misterio del nacimiento, acogemos esa primera invitación que escuchó María en Nazareth: “Alégrate, llena de gracias, el Señor está contigo” … “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios”. La misma invitación la aceptaron los pastores: “No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo. Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor”.
“En verdad, ésa fue la intención de Dios al aparecer entre nosotros. ¿Qué temor puede despertar un niño pequeño? Es fuente de alegría y no causa de temores. En su infinita sabiduría y bondad, Dios quiso dejar en nosotros una impresión indeleble. Él quiso alejar el temor, para que diéramos cabida a su ternura, a su sonrisa, a la transparencia de su mirada. Es un mensaje suyo para todos los tiempos. Para mí y para cada uno de ustedes que se asombran conmigo. Dios es amor. Quien permanece en su amor, lo acoge y ama, y así vive la Buena Noticia en la alegría y la esperanza”.
En otra parte de su mensaje, el Cardenal Arzobispo de Santiago destaca que todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. “Pues bien, ¿compartimos el proyecto de Dios, apareciendo cada uno en su familia, en sus comunidades cristianas, en el campo del trabajo y la política, como una presencia que no despierta temor, que inspira paz, esperanza y amistad?”, se pregunta el prelado.
“No quisiera pasar por alto –agrega- otra dimensión del mensaje de Belén. Un niño es una criatura que despierta todo nuestro cariño … y también el deseo de acompañarlo y ayudarlo. No se puede valer por sí mismo; no tiene nada de autosuficiente. Un niño depende de la ayuda de su familia, sobre todo de su madre. Nace muy desvalido. Al llegar hasta nosotros el Hijo de Dios como un niño, Dios no subrayó su poder infinito sino, por así decirlo, su desvalimiento. Desde la cuna, y también desde el cielo, nos pide nuestra colaboración. La necesita cada vez que nace un hijo de Dios, y cuando no tiene hogar ni cariño, cuando está hambriento, pobre, enfermo, encarcelado, esclavizado a adicciones, y muy afligido. Llega hasta nosotros el eco de las palabras de Jesús: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
A continuación, el Cardenal Errázuriz profundiza sobre la dignidad humana: “Es increíble nuestra dignidad. No sólo la de ser hijos de Dios en su Hijo, sino también la de ser hermanos y colaboradores de Dios. Él nos necesita en nuestra Patria para construir su Reino: un pueblo capaz de dar espacio y apoyo a las familias y a la vida, dispuesto a vivir en la justicia y la verdad, en la contemplación y la bondad, en la solidaridad y la paz, que le abre camino a Jesucristo, también en los más necesitados y los sin empleo, y siempre en la fraternidad, el amor y la santidad. Somos colaboradores de Dios. Todos. Así quiso revelarlo al nacer en Belén como un niño, y al recibir todo el apoyo de una familia: de su madre María y de San José”.
“De corazón les deseo que el espíritu de la Navidad permanezca durante las próximas semanas entre nosotros, también en este tiempo de elecciones, y sea un fermento duradero en nuestra convivencia. A todos les deseo una Navidad muy feliz, colmada de la paz y el amor de Dios”, termina señalando el mensaje del Cardenal Francisco Javier Errázuriz.
Texto completo del Mensaje
Video del Mensaje
Fuente: DOP Santiago