Se inauguró moderna lavandería para jóvenes con síndrome de Down
Se inauguró moderna lavandería para jóvenes con síndrome de Down

Lo que fue, hasta hace sólo algunos meses, un galpón en avenida Manuel Rodríguez entre Tucapel y Castellón, en Concepción, hoy es una moderna y flamante lavandería, con el singular sello de ser una fuente laboral para jóvenes con síndrome de Down, signo patente de inclusión social e integración humana, pero también un ejemplo de emprendimiento social en el país.

En presencia del ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes; del Intendente Regional del Biobío, Rodrigo Díaz; parlamentarios y representantes de las FF.AA., empresarios y diversas organizaciones de la zona, se corona con éxito una iniciativa, única en su tipo en Latinoamérica, que alberga el sueño y esperanza de varias familias, porque sus hijos tienen una maravillosa oportunidad para servir y ser útiles a la sociedad. El proyecto se concretó gracias a una “red solidaria” de empresas, instituciones y donantes anónimos.

El proyecto surgió, hace dos años, cuando Mons. Fernando Chomali decidió replicar en Chile una iniciativa exitosa en Europa y Estados Unidos, y tras conocer la dura realidad de estos jóvenes. En Latinoamérica, el 90% de las personas con discapacidad están desempleadas y quienes tienen trabajo, lo hacen en el área informal (SENADIS 2012). En Chile, sólo el 29% de estas personas, en edad productiva, realiza algún tipo de trabajo. La integración de personas con discapacidad a las empresas se ve obstaculizada por barreras de diversa índole, principalmente culturales, barreras históricas de actitud, que han provocado desigualdad de condiciones frente a situaciones sociales, como son el trabajo y la educación.

“Este es un compromiso con los más pobres y más necesitados. En la región, hay muchos jóvenes y personas con capacidades diferentes que están todo el día en su casa. Hemos podido convocar al Gobierno, a la empresa privada, a la universidad (UCSC), al DUOC, entre otros, y con la Iglesia, hemos hecho realidad un proyecto solidario del mejor nivel”, afirma Mons. Fernando Chomali.

Con el nombre de “Lavandería Industrial 21”, un grupo de 11 jóvenes llega diariamente, en dos turnos, a ejecutar toda la línea de producción de la empresa, desde la selección de ropa, pasando por el lavado, secado, planchado o doblado y la entrega a distribución. Esta labor cuenta con el apoyo de monitores, voluntarios, una docente y una administradora. Por su trabajo, los jóvenes reciben un sueldo mensual.

Carolina Herrera, administradora de la lavandería, añade que “los jóvenes son muy capaces para hacer su trabajo y ahora necesitamos que nos apoyen las empresas. Los jóvenes tienen muchas ganas de trabajar”.

Lograr el objetivo no ha sido fácil, ya que en el desarrollo de la propuesta hay esfuerzo, tiempo y una generosa entrega de muchas personas. Para su concreción, la iniciativa abordó el diseño del proyecto (a cargo de la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Sebastián); la búsqueda de financiamiento de poco más de 140 millones de pesos para la habilitación del local y compra de modernas lavadoras, secadoras y planchadoras y, por otra parte, la capacitación de los jóvenes, con el apoyo de un completo staff de profesionales de primer nivel, que aplicaron estrategias y metodologías como el “empleo con apoyo” y “formación en el puesto de trabajo” (a cargo de la UCSC).

Para materializar la obra, se creó la Fundación Lavandería 21, conformada por Iván Valenzuela, decano de la Facultad de Educación y Economía; Maite Otondo, directora de la carrera Educación Diferencial, ambos de la UCSC, además de Jorge Fuentealba, director de Duoc UC, y Sergio Bustos, administrador del Arzobispado.

Maite Otondo, académica de la Universidad Católica de la Santísima Concepción y encargada del modelo pedagógico del proyecto, destacó su valor social y laboral. “Los jóvenes con Síndrome de Down se sienten muy importantes en el desarrollo de este proceso, porque durante toda su vida han visto que en ninguna parte tienen posibilidades de insertarse de manera permanente en un trabajo”, dijo.

Doris Fernández, madre de Carlos Echeverría (23), uno de jóvenes capacitados, explicó que “las oportunidades para insertarse en el mercado son casi nulas. Esta idea es el primer proyecto que les entrega una posibilidad concreta y realmente los considera”.

Mónica Rodríguez, madre de María José y Rodrigo (hermanos de 30 y 25 años), sostiene que “este es un logro muy importante, porque ahora mis hijos tendrán algo que hacer durante el día; yo soy una persona que trabaja y estos jóvenes se quedaban en la casa sin hacer nada”.

Esta obra tiene que seguir sustentándose en la solidaridad. El éxito, a juicio de quienes han llevado adelante este proyecto, depende que las empresas como hoteles, restaurantes, hospitales y otras, requieran del servicio de la lavandería. El desafío, para sostener y darle continuidad, es procesar diariamente entre 600 a 800 kilos de ropa. “Necesitamos sábanas, toallas, frazadas de hoteles y grandes usuarios”, precisa Fuentealba.

Monseñor Chomali agrega que “esta es una forma concreta de contribuir a una mayor inclusión social en nuestro país” y concluye que “si este proyecto no funciona, habrá fallado la sociedad. Si no funciona, con todo el esfuerzo que le hemos puesto, si la indiferencia nos supera, significa que la sociedad va por otro rumbo. Pero creo y estoy seguro que nos va a ir excelente”.

Finalmente, reafirma que “el talante de una sociedad se mide en la capacidad que tiene de preocuparse por el otro y descubrir sus capacidades y que son un aporte efectivo a la sociedad. Una comunidad que se olvida de ellos o los posterga es inhumana. Yo no quiero eso para Chile y por ello me empeño tanto en trabajar en las obras que promueven al pobre, al desvalido, al que depende totalmente de otros”.

Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 07 de Septiembre, 2014
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