¿De qué manera se construye la cultura solidaria?
Gabriela: El Mes de la Solidaridad más que in hito es un signo del Reino. Agosto nos invita nuevamente a animar a los diferentes ambientes y espacios en torno a la solidaridad más allá de un conjunto de actividades. Se presenta el desafío de cultivar actitudes de preocupación por los demás, profundizando la experiencia de fraternidad en las relaciones interpersonales. Esto se traduce en respeto al otro, en la acogida y en vencer la indiferencia frente a situaciones que puedan afectar a los hermanos.
Hoy existe consenso en la existencia de numerosas situaciones de desigualdad, de pobreza, de injusticia, que revelan la fragilidad e insuficiente cultura de la solidaridad. El individualismo, el egocentrismo, el consumismo, ciertamente hacen que se debiliten los lazos sociales, lo que lleva al abandono de los más débiles.
Lorenzo: Existen dos elementos , primero uno que puede ser complejo que es cómo entendemos la solidaridad, yo creo que había una tradición de entenderla como alguien que tiene que le da a otro que no tiene. Lo que hemos aprendido del Evangelio, de la praxis de Jesucristo y también de las enseñanzas de la Iglesia, es que en realidad la solidaridad apunta a una relación de reciprocidad, en que el que da y el que recibe son iguales en dignidad de ser igualmente hijo o hija de Dios, y entonces esto apunta a reconocer esa igualdad radical. Por tanto la solidaridad es un reconocimiento a ese sentido de justicia y de fraternidad. Yo creo que eso puede ser complejo pero hay que entenderlo para caminar hacia una cultura solidaria permanente.
Lo segundo, también entender como nos han enseñado nuestros obispos, particularmente en Aparecida, pero también desde antes, que la solidaridad tiene varias dimensiones, una que tiene que ver con actitudes, no es sólo un hecho, un evento en que uno da, sino que reconocernos todos hijos de un mismo Padre, ser respetuosos con el otro, ósea son actitudes permanentes y no sólo conductas puntuales.
Hay otro nivel que es la convivencia de cómo reconstituimos nuestras relaciones interpersonales hacia relaciones de respeto, de reconocimiento del otro, estamos llenos de prejuicios, de estigmatizaciones.
Por último, existe un tercer nivel de cómo participamos de lo común que se refiere a cómo contribuimos a discusiones públicas como las reformas a la educación y a los tributos, para que nuestro sello como católicos quede plasmado en esas leyes.
¿Cómo se vincula este Mes de la Solidaridad con la Misión Territorial?
Gabriela: La Misión Territorial es un llamado a estar en estado permanente de Misión; para anunciar el Reino de Dios en todas las realidades, con una actitud de salir al encuentro de las realidades humanas y sociales. En esta perspectiva, la solidaridad, el servicio a las personas, puede ser un camino privilegiado para llevar adelante nuestra Misión. En este camino o proceso, se requiere de una actitud humilde y respetuosa, que como han dicho nuestros pastores: ”Ser una Iglesia que escuche, anuncie y sirva”.
Lorenzo: El servicio es parte esencial y definitivo de la identidad de la Iglesia y su misión. El anuncio de Jesús lleva, no sólo a organismos especializados de acción solidaria, sino que a cada cristiano y a cada cristiana, en su seguimiento a Jesús, a servir al otro, a una apertura al otro. Entonces la Misión Territorial, que significa salir a nuestro entorno y a la frontera, significa también una salida solidaria.
Estamos recibiendo testimonios de eso hoy día. Cuando uno ve las tragedias de Iquique con el terremoto y de Valparaíso con el incendio, se trata de ir a dar acompañamiento espiritual, pero también material y social. Es salir a la calle con un mensaje de esperanza pero también con el alimento y con la posibilidad del cobijo. La salida hacia el entorno es una salida al servicio, de preocupación integral por el otro.
Fuente: www.iglesiaenmision.cl