Mucho color y alegría en un soleado día fue el ambiente que recibió a los miles de peregrinos que llegaron ayer al Santuario Nacional de Maipú a rendir tributo a la Virgen del Carmen en su día.
Bailarines religiosos, cuasimodistas, autoridades civiles, representantes de las Fuerzas Armadas, delegaciones de movimientos, fieles de parroquias del decanato y de más lejos, todos devotos de la Carmelita, llegaron hasta el histórico templo dedicado a la patrona de Chile, donde durante todo el 16 de julio hubo celebraciones religiosas y también folclóricas y de esparcimiento, en un fraternal contexto de fiesta.
Pasado el mediodía, en la explanada del Santuario empezó la eucaristía principal, llamada Gran Misa por Chile, la que fue presidida por el Cardenal Arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati, y concelebrada por el rector del Santuario P. Carlos Cox, en compañía de hermanos sacerdotes, religiosos y diáconos.
En su homilía, el Cardenal recordó que la madre de Jesús ha acompañado siempre la historia del país, como lo atestiguan los muros ubicados al frontis del santuario. “También hoy nos quiere decir que en la construcción de la historia ella quiere caminar para indicar los senderos de la justicia, de la solidaridad, de la paz y la superación de las divisiones, para crear entre todos eso que nos hace familia”, dijo, acotando que esto es muy importante de tener en cuenta en este tiempo en el que muchos pretenden pensar el futuro de Chile dejando a Dios fuera. “Lo hemos dicho muchas veces –expresó-, no hay un futuro digno para Chile si olvidamos el camino que él nos indica para alcanzar la vida plena”, sostuvo.
Cuidado de la vida
En ese sentido expresó: Qué ganamos con tener progreso material si finalmente la vida humana que llevamos adelante no es una vida plena, no es una vida que refleje la vocación más alta de los hijos de Dios.
Qué sentido tiene –añadió- tener los conocimientos más grandes en el ámbito de la educación, si olvidamos que la tarea fundamental de la educación no es solamente dar conocimiento sino que es permitir que toda niña y todo niño, en forma muy solidaria, muy justa, alcance la estatura alta de hijo de Dios y pueda sentirse parte de la comunión de un pueblo que busca el bien común y la solidaridad.
Qué cosa ganamos –agregó- si no defendemos la vida; si no cuidamos de la vida de toda persona humana, desde la que está escondida en el vientre hasta olvidada en hogares de tercera edad.
“La vida que el Señor nos ha regalado es el bien más precioso que tenemos que cuidar, y si no le pedimos a nuestras autoridades, al Estado, que cuide de la vida sobre todo de los más pequeños, sencillos y pobres, qué cosa y qué país podemos soñar; si no pensamos en la responsabilidad de construir todo el arco de la vida que sea de verdad digno: en el sueldo justo de los obreros, en la vivienda digna de la familia, en el salario que permita no solamente comerse un pan con mantequilla sino el desarrollo más pleno de toda persona y del hogar que está formando. Cuántas veces hemos dicho que el salario mínimo no es solamente aquel que alcanza para sobrevivir, sino aquel que alcanza para que un matrimonio con sus hijos puedan vivir dignamente la vida y puedan pensar no solamente en el día de doy sino cómo satisfacer un proyecto de vida digno que le abra las esperanzas”, manifestó.
“A la Virgen del Carmen le queremos pedir que acompañe el camino de Chile. Que nos acompañe a todos nosotros para construir un Chile digno de los hijos de Dios”, remarcó.
Nuevo Pentecostés
En su prédica, el arzobispo también se refirió al momento que vive la Iglesia de Santiago.
“El libro de los hechos apóstoles nos presenta a la Iglesia naciente, que espera al Espíritu para ser enviada a anunciar el evangelio. Hoy día, también nuestra Iglesia -en el cambio cultural que estamos viviendo- está llamada a vivir un nuevo pentecostés, a recibir el don del Espíritu, para salir de las puertas y ser una Iglesia en salida”, indicó.
“La Misión Territorial que estamos llevando es una misión que brota del ser la Iglesia de Jesús, la Iglesia que se construye alrededor de Jesús y no de nuestras ideas o lo que yo creo que la Iglesia debiera decir, sino alrededor de Jesús y la verdad que él nos ha revelado, del evangelio de Jesús, de esa Iglesia que junto a los apóstoles siente constantemente la protección de María para salir con la fuerza del espíritu a evangelizar. Le queremos pedir a la Virgen que nos regale a la Iglesia de Santiago esta gracia que necesitamos: renovar nuestra Iglesia, pero desde adentro, desde la apertura de Espíritu, desde la adhesión a los apóstoles, en la comunión, y no pretender que mi criterio, aunque sea muy acogido muchas veces por los medios de comunicación, sea “el” criterio”, añadió.
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Texto completo de la homilía
Fuente: Comunicaciones Santiago
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