El Papa: la Iglesia de América Latina no puede desperdiciar el tesoro de su juventud
“Merece la pena seguir el ejemplo que nos dio Jesucristo -ha afirmado-, ejemplo de entrega, de servicio, de amor desinteresado, de lucha por la justicia y la verdad. La Santa Madre Iglesia está convencida de que el mejor Maestro de los jóvenes es Jesucristo. Ella quiere inculcar en todos ellos sus mismos sentimientos, mostrándoles así que es hermoso vivir como él lo hizo, desterrando el egoísmo y dejándose atraer por la belleza de la bondad. Quien conoce en profundidad a Jesús no se queda en el sofá. Se engancha a su estilo de vida y llega a ser un discípulo misionero de su Evangelio, dando testimonio entusiasta de su fe, no ahorrando sacrificios”.
El Papa ha recordado el relato del encuentro de Jesús con el joven rico y ha destacado tres aspectos: La acogida. Primer gesto de Jesús y también nuestro. Es previo a toda enseñanza o misión apostólica. “Estar cercanos a los jóvenes en todos los ambientes de su vida: en la escuela, la familia, el trabajo... Muchos pasan por graves problemas. Cómo no pensar en el fracaso escolar, el desempleo, la soledad, la amargura en las familias desunidas. Son momentos difíciles, que les hacen experimentar frustración y desprotección; los vuelven vulnerables a las drogas, al sexo sin amor, a la violencia... Se nos pide no abandonar a los jóvenes, no dejarlos al costado del camino; necesitan mucho sentirse valorados en su dignidad, rodeados de cariño, comprendidos”.
En segundo lugar Francisco ha hablado del dialogo franco y cordial. Cómo Jesús escuchó las inquietudes del joven y las clarificó. “Jesús, de entrada, no condena, no tiene prejuicios, no cae en los tópicos de siempre; del mismo modo los jóvenes tienen que sentirse en la Iglesia como en casa. No solamente ha de abrirles sus puertas; tiene que salir a buscarlos”.
Por último ha citado la invitación de Jesús al joven para que le siguiera y ha subrayado la necesidad de que los jóvenes escuchen esta invitación . “Que escuchen que Cristo no es un personaje de novela, sino una persona viva, que quiere compartir ese deseo irrenunciable que ellos tienen de vida, de compromiso, de entrega. Si nos contentamos con darles un mero consuelo humano, los defraudamos. Es importante ofrecerles lo mejor que tenemos: a Jesucristo, su Evangelio, y con ello un horizonte nuevo, que les haga afrontar la vida con coherencia, honradez y altura de miras. Ellos ven los males del mundo y no se callan, ponen el dedo en la llaga, piden un mundo mejor, no admiten sucedáneos. Quieren ser protagonistas de su presente y constructores de un futuro en donde no quepa la mentira, la corrupción, la insolidaridad... La Iglesia en América Latina no puede desperdiciar el tesoro de su juventud”.
Antes de concluir el Papa ha instado a la Comisión a asumir este desafío con decisión. “Los jóvenes nos esperan. No los defraudemos”.
Fuente: Servicio Informativo Vaticano