Nuestra diócesis de Valparaíso es epicentro de turismo diverso, rico y multicultural, tal es el caso de Isla de Pascua y de Juan Fernández; famosas son las playas de Viña del Mar y Concón, sus campos y viñedos. Tenemos un turismo gastronómico y, por supuesto, nuestro querido Puerto de Valparaíso. La mayoría de nuestros turistas provienen de Argentina, Perú, Francia, Alemania, Canadá, etc. Pero también debemos mencionar que tenemos como punto de llagada de turistas del resto del país, sobre todo de Santiago.
El turismo es un hecho cultural, requiere comprender las actitudes y mentalidad del mundo actual e iluminarlos desde el Evangelio. Ya en 1963, el Papa Juan XXIII al definir al turismo como “señal de nuestro tiempo” exhortaba a los sacerdotes de comunidades turísticas a buscar métodos pastorales apropiados. Pablo VI consideró el turismo una experiencia humana capaz de elevar el espíritu y digno de la mirada complacida de Dios. Ambos proclamaron el derecho y el deber de la Iglesia de ocuparse de un hecho de tal amplitud y complejidad. Frente a esta actividad humana, el Papa Juan Pablo II, por su parte, reclamaba de los católicos, sacerdotes y laicos, luchar contra la indiferencia y difundir el mensaje de caridad y salvación en el mundo del turismo. El Concilio Vaticano II exhorta a los fieles a disfrutar de un sano turismo. Sin olvidar ciertos aspectos inquietantes del turismo moderno, la Iglesia reconoce los valores y los elementos específicos de perfección que este hecho puede impulsar en beneficio de un nuevo orden de relaciones humanas.
Las siguientes líneas quieren ser un servicio pastoral para tomar conciencia de este fenómeno y sobre todo al comenzar esta nueva temporada estival 2014.
1. El turismo crece progresivamente en América Latina y el Caribe; tiene impactos relevantes en el ámbito cultural, social y económico de los países. A nivel mundial, de acuerdo a la Organización Mundial del Turismo - OIT, genera el 11% del PBI; ocupa al 8% de la población activa (más de 230 millones de empleos); más de 80% de viajes y turismo es realizado por pequeñas y medianas empresas, la mayoría en países en desarrollo; pero también contribuye negativamente con el 5% del total de gases de efecto invernadero.
2. Estudiando el Código Ético Mundial para el Turismo, se suscriben los principios en que se deben guiar el desarrollo del turismo y que son el marco de referencia para los diferentes interesados en el sector, con el objetivo de reducir al mínimo los efectos negativos del turismo sobre el medio ambiente y el patrimonio cultural al tiempo que se aprovechan al máximo los beneficios del turismo en la promoción del desarrollo sostenible y el alivio de la pobreza, así como el entendimiento entre las naciones; coincidimos con la afirmación que gracias al contacto directo, espontáneo e inmediato que permite entre hombres y mujeres de culturas y formas de vida distintas, el turismo es una fuerza viva al servicio de la paz y un factor de amistad y comprensión entre los pueblos; reafirmamos la necesidad de promover su aplicación a través de nuestra práctica pastoral a la luz del Magisterio de la Iglesia.
3. El mensaje del Pontificio Consejo de la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes por ocasión de la Jornada Mundial del Turismo 2013, confirma que “en su búsqueda de Dios, el ser humano descubre algunas vías para acercarse al Misterio, que tiene como punto de partida la creación”. La naturaleza y la diversidad biológica nos hablan del Dios Creador, el que se hace presente en su creación, "pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sb 13, 5). Los involucrados en el sector del turismo, las personas de las comunidades locales, las empresas y los turistas tenemos la responsabilidad de conservar la biodiversidad y el turismo sustentable: “Los turistas deben ser conscientes de que su presencia en algunos lugares no siempre es positiva. Con este fin, han de ser informados sobre los beneficios reales que comporta la conservación de la biodiversidad, y ser educados en modos de turismo sostenible. Así mismo, deberían reclamar a las empresas turísticas propuestas que contribuyan realmente al desarrollo del lugar. En ningún caso, ni el territorio ni el patrimonio histórico-cultural de los destinos deben salir perjudicados en favor del turista, adaptándose a sus gustos o deseos. Un esfuerzo importante, que de modo especial debe realizar la pastoral del turismo, es la educación en la contemplación, que facilite a los turistas descubrir la huella de Dios en la gran riqueza de la biodiversidad.” Hacemos nuestro el deseo de Papa Francisco de “que todos asumiéramos el grave compromiso de respetar y custodiar la creación, de estar atentos a cada persona, de contrarrestar la cultura del desperdicio y del descarte, para promover una cultura de la solidaridad y del encuentro”. Con san Francisco, el “pobre” de Asís, elevamos nuestra alabanza a Dios, bendiciéndole por sus criaturas: “Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta”. E increíble la cantidad de agua que consume el rubro del turismo y también es cierto que aún hay sectores de nuestra población que carecen de este vital elemento.
4. Como Iglesia debemos iluminar aquellos espacios donde hay ciertas oscuridades que manchan el campo turístico. Es urgente dedicar especial atención a las personas que son víctimas también en el mundo del turismo, entre ellos niños, niñas y adolescentes sometidos a la explotación y prostitución, tipificada de acuerdo al Protocolo de Palermo como delito de Trata de Personas.
5. De igual manera, es necesario apoyar las organizaciones de trabajadores del turismo y luchar para que sus derechos sean respetados y posibilitarles una vivencia cristiana digna. Estando atento a todo tipo de explotación.
6. Consideramos la importancia de la Pastoral del Turismo no como una estructura nueva y añadida a la carga pastoral ya existente, sino como una necesidad de continuar reflexionando y profundizando los aspectos del quehacer pastoral. Hemos consensuado en nuestras últimas jornadas de pastoral del turismo estas líneas de acción para cada unidad pastoral receptora de turistas, tales como Parroquias, Santuarios y lugares de interés turísticos. Todo esto es aplicable también a aquellos que se prestan a hacer turismo fuera de la región.
a. Tomar consciencia de la realidad del mundo del turismo como espacio privilegiado de evangelización.
b. Asumir nuestra responsabilidad de ser portadores de los valores del Evangelio en el mundo del Turismo.
c. Formación y capacitación de agentes pastorales del turismo desde su identidad de ser misioneros de Jesucristo para transformar, desde el Evangelio, la realidad del turismo.
d. Promover desde la pastoral del turismo el encuentro para rescatar y preservar la identidad cultural de las comunidades locales como posibilidad del desarrollo, además mitigar los aspectos negativos del turismo en los ecosistemas y en la cultura local. e. Establecer estrategias en trabajos de red.
f. Dialogar permanentemente con los prestadores de servicio de turismo para que su trabajo sea acción sustentable y económicamente viable.
g. Apoyar a las Organizaciones Estatales para colaborar en la divulgación del Código de Ética.
h. Promover el Decálogo del Turista Cristiano.
Expresamos nuestra gratitud al Dios Peregrino por este espacio, “El mundo camina deprisa y nosotros no podemos parar” (Beato Scalabrini); que esta frase nos motive y desafíe cada vez más a continuar hacia la eficacia pastoral en el mundo del Turismo, pues en esto apenas estamos comenzando. Que María, la Madre de Dios, promotora de vida y esperanza, sea la fortaleza en el camino.-
Fuente: Pedro Nahuelcura Vargas, pbro. Movilidad Humana Obispado de Valparaíso, Pastoral del Turismo - Comunicaciones de Valparaíso