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Una hilera de niños esperaba al Pastor de la Iglesia de Santiago entontando cantos religiosos y batiendo banderines, mientras monseñor Ezzati los saludaba uno a uno. En la entrada de la capilla del colegio había un letrero que decía: “Bienvenido monseñor a nuestro aniversario”. Los patios estaban engalanados con banderas del Vaticano y de Chile, y el altar, instalado en el patio techado, estaba rodeado de flores frescas. Todo estaba dispuesto para celebrar los 25 años de vida del colegio San Juan Diego, perteneciente a la fundación Mano Amiga. El Arzobispo de Santiago presidió la solemne misa para la comunidad educativa.

“Vengo a celebrar la eucaristía junto con ustedes, felicitándolos por estos 25 años de vida. Es una gracia del Señor, que en este lugar de la ciudad haya surgido este colegio de Mano Amiga, y que sea para cada uno de ustedes la manifestación de la gran mano amiga que es la de Dios, una que acompaña siempre nuestra vida. Agradezcamos a Él este don”, dijo monseñor Ezzati al comienzo de la misa.

Durante la homilía, le habló a los estudiantes que participaban atentos de la celebración: “El Señor no solo les da la capacidad de crecer en sus conocimientos, les ofrece también que su corazón crezca, que aprendan a vivir como hijos de Dios, como hermanos, en la solidaridad, en la ayuda mutua. Llegaremos a ser esa obra de arte que es nuestra vida, en la medida en que crezcan todas nuestras capacidades”

Un momento alto de la catequesis del Arzobispo de Santiago ocurrió cuando le hizo una pregunta a los asistentes: “¿Quién era Juan Diego?”, dijo, y uno de los niños levantó la mano. Monseñor hizo que se acercara al altar, y el niño respondió: “Es un Santo de México”. El Arzobispo volvió a preguntar: “¿Cuál fue la experiencia más hermosa que vivió é?”, dijo, a lo que el alumno respondió: “Se encontró con Jesús, con la Virgen”, generando la ternura de todos los que escuchaban. “Que bien has respondido, Juan Diego se encontró con la Virgen, y la misión que recibió de ella era la de ir a decir al obispo que la Madre de Jesús quería estar presente en la historia de la Iglesia de América Latina”, terminó monseñor Ezzati.

Al final de la homilía, dirigió unas palabras a los padres y profesores: “Que Dios bendiga su tarea. El recordado Papa Benedicto XVI decía que nunca ha sido fácil educar. Confío, en primer lugar, en el tesoro que Dios ha puesto en sus manos que es cada uno y cada una de estos niños. Confíen también en el don que Dios les ha dado, el de ser papá, mamá, educador, son un puente para el crecimiento de vida”.

Para la ofrenda, la comunidad presentó en el altar primero una semilla, símbolo del trabajo que hicieron los fundadores del colegio hace 25 años. Después ofrecieron una planta, que representa el crecimiento de la institución educacional. Por último un fruto, que son las personas que participan de la comunidad San Juan Diego y que han colaborado en su crecimiento.

Al final de la eucaristía, monseñor Ezzati impartió una bendición especial a las alumnas de tercero medio, que el viernes en la tarde partían de viaje de estudio al sur de Chile.

Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
www.iglesiadesantiago.cl

 25 Aniversario de Colegio San Juan Diego