A las 10:45 con la presencia de las autoridades de la ciudad y la Provincia se dio inicio al solemne Te Deum, presidido por el obispo diocesano, Mons. René Rebolledo Salinas. Una procesión de sacerdotes y diáconos que incluyó, además, a decenas de personas, niños, jóvenes y adultos mayores, portando cirios y banderas, fue el marco impresionante en el que se desarrolló la liturgia. Junto al lugar de la Palabra, la luz pascual y el simbolismo de la sal, para destacar el contenido del evangelio.
Finalizados los ritos iniciales y la Liturgia de la Palabra, se dio paso a la homilía del pastor diocesano, quien invitó a los presentes, en su condición de discípulos del Señor o como hombres y mujeres “de buena voluntad”, a la tarea de recuperación de los valores humanos, reto que calificó “como fundamental”.
Afirmó que “para lograr una existencia plenamente humana” es tarea común el forjar una sólida cultura “que permita a todos mirar hacia los altos ideales, buscando trascender los hechos inmediatos y subjetivos, para afianzar el fundamento de la vida en una constante búsqueda de sentido”, una cultura “que respete el carácter sagrado de la vida desde la concepción y hasta su término natural” y “que dé prioridad a la persona, donde todo se oriente hacia su bien y al de la sociedad”.
Cultura de encuentro y al servicio de la dignidad humana
El Obispo Rebolledo afirmó que es preciso forjar una cultura “caracterizada por el encuentro entre personas, que se reconozcan en el respeto a la dignidad de cada uno, y que aspire al bien común de toda la sociedad, especialmente de los más pobres, excluidos y vulnerables” y “que promueva la solidaridad, al compartir generoso con los hermanos, disponiendo la mesa común cada día”.
Prosiguió afirmando que esta nueva cultura debe ser inclusiva “capaz de acoger a todos, también a una sociedad donde pueblos de tradiciones diversas pueden coexistir, tratándose como hermanos, hijos y herederos de un destino común”.
En relación a otros sectores de la sociedad, el pastor destacó que es preciso crear una cultura que esté “en grado de brindar a los jóvenes un futuro promisorio, basado en la igualdad de derechos, para acceder a una educación de calidad” y “en la que se respete la dignidad del trabajador y de la trabajadora, del niño y del adulto mayor, de los pobres y desamparados, todos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y también hermanos nuestros”.
Enfatizó el Obispo que es un deber “superar esa distancia que nos dificulta adentrarnos unidos en el corazón de la cultura… todos juntos podemos poner la luz del amor de la cual, aunque indignos, somos mensajeros”.
Finalmente, Mons. Rebolledo abogó por una “Patria abierta al amor, una nación abierta a lo trascendente, un pueblo abierto a Dios. Para que nuestro presente sea de Cristo, y nuestro porvenir sea en Cristo”.
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Fuente: Comunicaciones Osorno