Los Te Deum de monseñor Ricardo Ezzati Andrello
Los Te Deum de monseñor Ricardo Ezzati Andrello

Actual Arzobispo de Santiago, desde 2011.

Por Diego García Monge

En el breve período en que ha encabezado la diócesis, Monseñor Ezzati ha puesto de relieve la importancia de hacer de Chile un patrimonio que se recibe y se recrea conforme a nuevas circunstancias y exigencias que exigen los tiempos. En los años recientes, ha habido sucesos que han tocado profundamente a la sociedad chilena: el terremoto de febrero de 2010; el rescate de 33 mineros que habían permanecido bajo tierra durante varias semanas; el accidente aéreo de un grupo de personas que viajaban para solidarizar con la reconstrucción de la isla Juan Fernández, y la muerte de 81 encarcelados en la cárcel de San Miguel. Estos acontecimientos suscitaron sentimientos de solidaridad y unidad nacional. En otro terreno, especialmente a partir del año 2011, se ha manifestado la demanda de amplios sectores sociales por cambios de fondo en las instituciones básicas que dan organización a la sociedad chilena, demandando un más equitativo reparto de los frutos del progreso. Todo ello se ha expresado en demandas específicas en el movimiento por una educación pública gratuita y de calidad, en movimientos regionalistas, pero además en diversas expresiones de desconfianza en las instituciones, incluyendo en ello a la propia Iglesia Católica, debido sobre todo a escándalos ocasionados por diversos casos de abusos sexuales cometidos por religiosos. De todo ello ha hecho mención Monseñor Ezzati en sus homilías del Te Deum de fiestas patrias.

Citas de las homilías en los Te Deum

“¿Será suficiente fomentar una “antropología instrumental”, es decir, centrada en preparar personas competitivas con el mercado global, capaces de enfrentar los requerimientos de las tecnologías más avanzadas, olvidando la “antropología del sentido” que se pregunta por la esencia de la persona humana, por su vocación personal y social, que es consciente de sí y de sus talentos y capaz de desempeñarse éticamente en la vida personal y social? (…) Estamos progresando o retrocediendo en humanidad? ¿Crece, de verdad, entre nosotros el auténtico sentido de la vocación humana, el amor social y el respeto por los derechos de todos? O por el contrario, ¿crecen los egoísmos, el afán competitivo, la tendencia a dominar descalificando a los otros, la búsqueda de éxito fácil, la inclinación a explotar todo el progreso productivo con la finalidad de dominar sobre los demás, o en favor de tal cual o cual ideología o grupo de poder?”. (Homilía del 18 de septiembre de 2011)

“Tanto el mundo de la educación como el religioso y eclesial se ha visto golpeado por los casos de pedofilia y abuso sexual que todos conocemos. Esta es una realidad que nos duele profundamente, sobre todo cuando estos casos involucran a personas consagradas a Dios y al servicio de los hermanos. Por esta razón, la Iglesia universal y la Iglesia local ha tomado medidas muy serias para enfrentar estos delitos, cuando se tratan de menores, y para investigar los actos impropios y faltas a la probidad requerida en el ministerio consagrado. Estos han sido causa de la desconfianza en la Iglesia y en las confesiones religiosas afectadas por estas denuncias” (Homilía del 18 de septiembre de 2012)

“Una de las razones que está en la raíz de este malestar se debe a una crisis de confianza que se ha transformado en un virus omnipresente que contagia las relaciones de nuestra vida familiar, social, política y también eclesial. (...) La desconfianza, por definición es la anti-fe, la anti-creencia en Dios y en los hermanos. Peor aún, tal como la palabra lo indica, la des-confianza despoja... a las personas y a las instituciones que la representan, de la credibilidad básica sobre la cual se construyen las relaciones humanas, los pactos, las leyes, las instituciones. ¡Es imposible crecer en desconfianza! ¡Es imposible educar en desconfianza! La desconfianza corta la trama del tejido humano y hace que se desplome la viga que sostiene la polis, el templo y el hogar” (Homilía del 18 de septiembre de 2012)


Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
www.iglesiadesantiago.cl




Santiago, 10 de Septiembre, 2013
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