Por Elizabeth Loyola Poblete
Este abogado de profesión, ha dedicado su vida a la defensa y promoción de los derechos humanos. Dirigió el Departamento Legal del Comité de Cooperación para la Paz en Chile y luego de su expulsión de Chile, en 1976, se sumó a Amnistía Internacional, organización en la que llegó a ser Secretario General Adjunto y Presidente. Perteneció a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y actualmente es comisionado de la Comisión Internacional de Juristas y miembro del directorio de varias otras organizaciones internacionales y chilenas en la materia. Como reconocimiento a su trayectoria la Universidad Alberto Hurtado le entregó la medalla San Alberto Hurtado, como “Héroe de la Paz”.
En el Comité Pro Paz , desde 1973 a1974, fue director del área jurídica siendo su misión dirigir y coordinar el trabajo que realizaban procuradores, abogados internos y abogados externos en la defensa de las personas que solicitaban ayuda legal.
Antes de ser exiliado en el Aeropuerto, un 12 de abril de 1976, destacó que “el verdadero éxito del comité se explica por su carácter de símbolo visible, de signo de una solidaridad activa y de la esperanza de todo el pueblo chileno”.
¿Cuál fue la importancia del Comité pro Paz para nuestro país?
El Comité Pro Paz dio inicio a la labor de defensa de los Derechos Humanos, impulsada ecuménicamente. Esta tarea fue continuada por la Vicaría de la Solidaridad, órgano no ya ecuménico sino del Arzobispado de Santiago, aun cuando la colaboración del Consejo Mundial de Iglesias continuó. Fue un ejemplo de una tarea humanitaria desinteresada, independiente y altamente profesional y que más tarde fue reconocido mundialmente. Su legado forma ya parte de lo más noble de la historia de Chile
¿En qué consistió la labor del comité?
La acción del Comité continuada y ampliada por la Vicaría de la Solidaridad, consistió principalmente en dar asistencia legal y personal -incluyendo apoyo médico- a miles de víctimas de la dictadura y a sus familiares, así como recopilar información sobre tales violaciones y darlas a conocer. El Comité Pro Paz dio también asistencia legal a personas despedidas de su trabajo por persecución política, así como apoyo técnico y financiero a personas para que emprendieran actividades económicas de sustento. Además, ayudó a asilar a personas perseguidas y en riesgo de ser detenidas, torturadas o asesinadas y montó un extenso programa, con apoyo financiero internacional, para facilitar a muchísimos perseguidos su reubicación en países extranjeros.
¿Porqué fue tan relevante que la Iglesia se hiciera cargo de esos temas?
Las iglesias y en particular la Iglesia Católica, fueron las únicas entidades no oficiales que podían tener una voz independiente en el clima impuesto por el régimen militar. Ellas respondieron a un imperativo de solidaridad con los caídos y perseguidos y acogieron a todos quienes estuvieran dispuestos a colaborar en esta misión, creyentes o no.
¿Qué sintió usted como abogado de participar en esta iniciativa histórica y tan relevante? ¿qué lo motivó?
Inicialmente mi motivación, como la de muchos, fue asistir a compañeros y a sus familias que se hallaban en grave peligro. En el curso de esa tarea, fuimos adquiriendo una “conciencia” de que los derechos humanos son un valor universal del que todos los seres humanos son titulares.
Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
www.iglesiadesantiago.cl