Setenta años habían pasado desde que el 18 de agosto de 1943, el párroco Félix Cabrera inaugurara la parroquia Santa Elena. Setenta años por los que el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, este domingo nuevamente agradeció a Dios, pues en este tiempo “se ha hecho presente el misterio de Cristo que salva, que infunde esperanza, la vida de Jesucristo que es nuestra propia vida”, dijo al comenzar su homilía.
Acompañado por el padre Pablo García-Huidobro, párroco de la parroquia Santa Elena, y el vicario episcopal de la Zona Cordillera, padre Fernando Vives, el Pastor de Santiago celebró la Santa Misa en la parroquia a cuya patrona se le atribuye el hallazgo de la Santa Cruz en el siglo IV.
“La experiencia de nuestra vida cristiana —continuó monseñor Ezzati—, el tesoro de nuestra fe, no es algo que debamos conservar simplemente en la intimidad de nuestra vida, en lo privado, es un fuego que está llamado a encender, como lo recordaba el Padre Hurtado, a muchos otros fuegos”.
Tres caminos de integración
En la celebración de los setenta años de la comunidad parroquial, el Pastor llamó a los fieles a preguntarse cómo cada uno de los miembros de la comunidad puede crecer “en esa experiencia del amor que el Señor nos tiene, cómo podemos crecer en la conciencia de ser misioneros de ese amor para que llegue también a nuestros hermanos y hermanas que caminan junto con nosotros en la vida”, dijo.
Luego recordó los tres grandes caminos que el Papa Francisco ha sugerido constantemente. “El primer camino es el contacto asiduo con la Palabra de Dios —señaló el Arzobispo—, esa Palabra de vida que es el mismo Cristo, pero esa Palabra de vida que Cristo ha pronunciado como luz, como camino para nuestra vida”.
Sin embargo, realizó un llamado hacia un mejor conocimiento del Evangelio. “Una de las experiencias que me toca vivir cuando visito a comunidades cristianas, sobre todo cuando tengo contacto con niños y jóvenes, es constatar la pobreza del conocimiento de Jesús y de su Palabra”, dijo y agregó que “eso cuestiona nuestra vida de adultos, de qué manera nosotros hemos asimilado, hemos hecho nuestra la Palabra de Dios, el proyecto de vida de Dios, porque nadie transmite lo que no ha asimilado él mismo”.
En este sentido, recordó lo que Benedicto XVI le confesó en una de las últimas audiencias que tuvo con él: “Para hablar de Dios hay que hablar con Dios”, dijo monseñor Ezzati.
El segundo camino, explicó el Pastor, es el de la celebración de los sacramentos. “Lo sabemos muy bien —apuntó—: la fe, nuestra vida cristiana, no es una conquista de nuestra razón, la fe no nace de un raciocinio, no nace de una búsqueda simplemente humana; la fe es un don, es un don de Dios que recibimos gratuitamente de él, y lo recibimos en la economía de la salvación a través de los sacramentos que Jesucristo ha instituido”, aseguró.
Finalmente, el tercer camino, explicó, es el del buen samaritano. Y es que “el Papa invita a construir la vida de fe en ese gran sacramento, podríamos así llamarlo, en ese gran signo que es la solidaridad y el amor. Qué importante es para una comunidad parroquial, aunque viva en un sector acomodado de la ciudad, que no pierda de vista a Jesús, el buen samaritano, que nos indica cómo cultivar actitudes de bondad, de solidaridad y de misericordia”.
Acto seguido agregó: “Una comunidad cristiana que no es capaz de abrir sus ojos para descubrir las antiguas y las nuevas pobrezas, nunca podrá ser la comunidad que se asemeje a Jesús, el buen samaritano. Necesitamos conmovernos, compadecernos, y compadecer significa padecer con, hacer nuestro el dolor de los demás. Si solamente nos quedamos en el ver y no bajamos a sentir que ese ver llega a nuestro corazón y nos invita a la compasión, nuestro ver no es cristiano, no es el ver de Jesús. Vuelvo a recordar una expresión del beato Juan Pablo II: ‘En el día de hoy lo que es más necesario es que Jesús sea proclamado a través del testimonio de nuestro amor, de nuestra caridad y de nuestra solidaridad’”.
Tras la homilía, monseñor Ricardo Ezzati invocó la bendición del Señor para todos los miembros de la comunidad parroquial. “Le pedimos también a Santa Elena que siga protegiendo el caminar de todos ustedes. Ella nos muestra el signo de la cruz, ese bautismo que Jesús ha vivido entregando su vida. Que ella también interceda por esta comunidad. Amén”, concluyó.
Luego el Arzobispo de Santiago y el vicario episcopal de la zona recibieron sendos presentes; el primero, de manos de una infante, una estola, bordada durante meses por una hermana de claustro, con la imagen de Santa Elena; el segundo, de manos de un querido feligrés, una palia, confeccionada por un joven de la parroquia, con la imagen de la patrona parroquial.
En la ocasión fue leída una bendición que el Papa Francisco envió a la comunidad de la parroquia Santa Elena. Y al finalizar la celebración, Claudio Di Girólamo, el artista responsable de los dibujos del templo, se acercó a saludar al Pastor de la ciudad.
Finalmente, monseñor Ricardo Ezzati, acompañado por el párroco, el vicario, los diáconos permanentes y un buen número de feligreses, compartieron algunas palabras, un vaso de jugo y algún canapé durante una pequeña convivencia.
Fuente:
Comunicaciones Iglesia de Santiago.
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