“Señor Jesús, te pedimos que al abrir las puertas de nuestro templo se abran también para tu pueblo”, dijo monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, al golpear con su báculo el portón de entrada de la Catedral metropolitana para iniciar la misa de desagravio.
Los más de cinco mil fieles que repletaron la Iglesia y que esperaban en la Plaza de Armas, cantaban letanías para recibir la procesión del Nuncio- Ivo Scapolo- los obispos, vicarios, sacerdotes y diáconos que ingresaron por el pasillo central hasta el altar mayor.
Signos como el incienso, el agua bendita y las flores dieron el marco necesario de reparación del lugar sagrado, tras permanecer cerrado el templo por cinco días en reparación y limpieza tras las injurias recibidas.
Autoridades civiles entre ellos la Ministra Secretaria General de Gobierno, Cecilia Pérez y el Intendente de Santiago, Juan Antonio Peribonio y militares, así como organizaciones sociales, comunidades, movimientos y colegios, acompañaron la reapertura de las puertas de la Catedral.
En su homilía, el Arzobispo, agradeció a todos los que manifestaron su solidaridad con la Iglesia de Santiago: a la presencia numerosa de los fieles, a los Obispos, a las autoridades presentes, al representante en Chile del Papa Francisco, a Carabineros de Chile, a las iglesias evangélicas, a la fraternidad ecuménica de Chile, a la comunidad judía y musulmana, e incluso a un “grupo de señoras que han querido enviar una torta para endulzar las horas amargas”, señaló.
Asimismo expresó su gratitud a la comunidad de fe de la arquidiócesis que se mantuvo unida junto a los sacerdotes y agregó “gracias y esperanzas, porque el martirio ha sido siempre fruto de nuevos cristianos”.
“Esta es nuestra fe en la victoria pascual de Cristo Jesús, la fe de quien sabe que quien conduce a la Iglesia es el Señor. Con el Papa Francisco levantemos también nosotros el corazón, no tengamos miedo, salgamos a todas las periferias geográficas y humanas del gran Santiago, para todos seamos un signo de la cercanía de Dios, que es un Dios que quiere a nuestra Iglesia de Santiago”, indicó monseñor Ezzati.
Tras la homilía y como un signo de vida, dos mujeres embarazadas vistieron el altar poniéndole el mantel, las flores y los cirios. Posteriormente sacerdotes, seminaristas, jóvenes, adultos y militares, se dirigieron a custodiar los altares profanados provistos de la luz de Cristo.
Al finalizar el Obispo Castrense, monseñor Juan Barros, realizó una oración especial frente al altar de los Héroes de la Concepción, acompañado por todos los obispos y vicarios, momento en que el Ejército de Chile depositó una ofrenda floral.
Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago www.iglesiadesantiago.cl