Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores inicia formación para mujeres emprendedoras
La situación de pobreza y la necesidad de generar ingresos ha impulsado a que las mujeres emprendan de manera independiente alguna actividad productiva en nuestro país. Los rubros en los que trabajan van desde la confección textil, diseño en telar, artesanía en cuero, joyería o cerámica, todo hecho a mano. Esta realidad ha sido la que la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores ha podido detectar a través de su programa Economía Solidaria, el que desarrolla desde 2001.
Junto con promover la dignidad de la mujer, el programa busca incrementar las competencias y habilidades de emprendedoras, fortaleciendo su liderazgo, la gestión y comercialización de sus pequeñas unidades económicas en la perspectiva de mejorar su calidad de vida y la de sus familias.
Es en este contexto la Vicaría inició un Proceso de Formación destinado a capacitar a 15 emprendedoras en elementos teóricos y prácticos de la economía solidaria, referida a todas las acciones de producción, distribución, ahorro y consumo, desarrolladas en su mayoría por mujeres en situación de pobreza y exclusión, organizadas en pequeñas unidades económicas como talleres productivos y solidarios de carácter informal, que se configuran en formas alternativas de organización económica. En este sector la solidaridad, el apoyo mutuo y la cooperación son fundamentales.
“Lo que hace a las mujeres llegar a la Vicaría es que se sienten excluidas del mercado, sin posibilidad de ampliar los espacios de comercialización de su producción que en muchas ocasiones se reducen sólo a ferias, buscan más oportunidades y redes de apoyo. Nuestra apuesta es apoyarlas ya que por su condición de vulnerabilidad, la mujer está más expuesta pero a la vez dispuesta a participar y aprender”, dice Ana Leighton, Encargada del Programa de Economía Solidaria.
La vicaría y la economía solidaria
Preocupada de los más vulnerables de la sociedad, la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores promueve la economía solidaria, generando espacios de encuentro, fraternidad y asociatividad de las mujeres en coherencia con la doctrina social de la iglesia. Un hito importante en sentido fue el Seminario de 2001, “Construyendo Confianzas para una Economía Solidaria”, tras el cual se forma una red que hasta el día de hoy actúa apoyando a productoras dentro de Santiago.
Situación de las Redes de Economía Solidaria en Chile
Según el Estudio de Caracterización de las Redes e Instituciones del sector de la Economía Solidaria, hecho por Fundación Avina en 2010, en Chile se identifican 21 redes o asociaciones de productores que reúnen a personas que producen bienes y/o servicios o a organizaciones de productores, que a través de la asociatividad desarrollan acciones con un fin común.
Según el estudio un 76 % de las asociaciones tienen una misión y se destacan cuatro ámbitos inspiradores: cultural, productivo, manejo responsable de recursos naturales-medio ambiente y fortalecimiento capital social.
En cuanto a los objetivos generales, el desarrollo productivo y desarrollo comunitario son las principales áreas de acción de las redes, mientras que el ámbito cultural y manejo sustentable de recursos naturales-medio ambiente aparecen con menor presencia.
Sus actividades tienen cinco ejes principales; la comercialización, el fortalecimiento interno, la difusión e incidencia pública. La totalidad de las redes tienen algún tipo de experiencia relacionada con la economía solidaria. El ámbito de la comercialización de productos alcanza un 81%, seguido del comercio justo con un 67% y del intercambio de productos con un 48 %.
En promedio el 75% de la totalidad de las ventas de los productores se realiza a través de la propia organización. Estos datos, si bien no son representativos de la totalidad de las redes o asociaciones, refleja la importancia de las mismas como instrumento de comercialización de los productos.
Mujeres emprendedoras
Rossi Fajardo tiene 55 años, es casada y tiene dos hijas ya adultas. Es de la comuna de Lo Espejo y participa de la Red de Economía Solidaria de la Zona Sur. Se dedica a la artesanía, haciendo joyas con semillas en bronce, plata y cobre. También teje a crochet y en telar.
Hace años, Rossi tuvo depresión y tuvo que recibir atención sicológica. Cada vez que iba a terapia Rossi iba con un collar distinto, hecho por ella misma, a la doctora le llamó la atención y la alentó a crear y vender sus creaciones. “Pensar en vender mis joyas fue un descubrimiento. Compré un poco de material y me instalé con una mesa en el consultorio y las enfermeras y pacientes me compraban mis productos, eso me impulsó a crear”, dice.
En su parroquia Rossi supo de la red de Economía Solidaria en la Zona Sur y se motivó a participar. “Ahí me ayudaron viendo distintos lugares donde yo podía vender mi artesanía”, explica.
Participar de la formación de la Vicaría es una posibilidad de crecer en lo personal. “Es una posibilidad que no la tiene cualquiera, para mi lo más importante es formarme como persona, tener más empatía con la gente, primero hay que formarse por dentro y luego también ver los recursos económicos”.
Lo que más le gusta de ser emprendedora es tener un proyecto propio. “Esto me ha ayudado a ser más independiente haciendo lo que me gusta. Me ayuda para absorber mis gastos en remedios para mis problemas a la tiroides y a la vista. Antes dependía de mi esposo, ahora puedo aportar, por ejemplo puedo pagar la cuenta del agua, mi locomoción, más no se puede”, dice.
Gilda Mangili
Tiene 56 años, vive en San Joaquín y participa de la Asociación de Microempresarios de la Cisterna ACOMEC. En 2007, y luego de estar por años a cargo de la crianza y sustento de sus hijos por su viudez, empezó a emprender. Lo suyo es la confección en polar. “Hago tapaditos, pijamas para chicos y hasta la talla 50, con patitas y todo, a las personas les da plancha cuando los ven pero después piensan en por qué no usar uno para el frío y se los llevan”. Además teje a palillo crochet y telar.
Todos sus productos los comercializa en una feria de Lo Espejo, donde la principal característica “es que todo es hecho a mano”, dice Gilda.
Antes de dedicarse a la confección Gilda fue comerciante y le fue bien económicamente. “Desde el año 93’ al 2007 me saqué la mugre por criar a mis hijos”, explica. Sin embargo, luego ellos se independizaron y se dio cuenta que necesitaba algo más, “yo valoro lo económico hasta donde me permita ser feliz, pero no soy materialista”. Fue entonces que participó de un proyecto Fosis gracias al cual obtuvo una máquina de coser y si bien nunca había tenido una fue como si la hubiera conocido mucho antes. También creó una asociación de microempresarios de Lo Espejo. “Llegamos a tener 120 socios pero nos faltaba una red de apoyo y sentido de asociatividad, de estar y trabajar en grupo”.
La formación que le entrega la Vicaría es una oportunidad para darse un tiempo personal. “Me encanta lo que hago con mis manos, también quiero conocer a más mujeres productoras, ver cómo ampliar mi mercado y conocer técnicas de confección nuevas”, dice.
Fuente: Vicaría de Pastoral Social y d elos Trabajadores www.iglesiadesantiago.cl