Mensaje de monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago
“Sin Él, no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro”. Con estas palabras del Papa Benedicto XVI, formulo mi saludo de bendición y de paz con ocasión de la fiesta de Navidad en La Moneda. Un deferente agradecimiento y saludo a S.E. el señor Presidente de la República que nos ha invitado, a su señora esposa, a los señores ministros presentes y a todos quienes entregan sus mejores energías para servir a Chile desde las responsabilidades que desempeñan en el Gobierno. Para todos y cada uno, para quienes celebran esta fiesta en el calor del hogar y para quienes estarán solos o abandonados, para los niños, los jóvenes y los ancianos: feliz Navidad. Que sea una fiesta de gozo y de paz para todos porque en Belén de Judá nos ha nacido el Salvador. Esta es la hermosa y gran noticia que llena este día: Dios ha venido a habitar entre nosotros; a compartir su vida con la nuestra y a invitarnos a la gran fiesta de la fraternidad. Vayamos a Belén, dejemos que la luz del Señor nos envuelva, abandonemos el miedo y dejemos que el Niño de Belén nos llene el corazón de gozo y esperanza. Él es el camino, la verdad y la vida. De Él somos discípulos y misioneros.
Confiada y amistosamente, como Obispo y Pastor de la Iglesia de Santiago, deseo golpear la puerta de su corazón. Deseo anunciarles una buena noticia, la más hermosa y esperada noticia: Dios visita a su pueblo. En Belén nos ha nacido el Salvador, que es Cristo Jesús. Viene con el don de un amor infinito, con paz, con bondad. Es la luz que ilumina, la verdad que orienta en el camino y la vida abundante que todo hombre y mujer anhela alcanzar. Él es la esperanza que no engaña, quien revela las latitudes más verdaderas del desarrollo humano, el futuro que Chile y el mundo desean alcanzar.
¿Qué le contaremos y qué le pediremos al hijo de Dios, recostado en el Pesebre?
Le diremos que en Chile hay tanta bondad en el corazón de mucha gente; que la justicia y la solidaridad sigue floreciendo en el alma de los hombres y mujeres de nuestras ciudades y campos; que muchos jóvenes creen en un mundo más transparente y limpio, y trabajan para globalizar la solidaridad; que cada día numerosas mujeres amasan el pan de la comunión y amor hogareño; que muchos ancianos y ancianas esperan serenamente el cumplimiento de sus sueños, mientras transmiten sabiduría de vida y paz de corazón.
Le contaremos también que la pobreza, la injusticia y el abandono son el pan duro de cada día para muchos hermanos y hermanas, y que la violencia, la droga y otros males nos entristecen. Le abriremos el corazón y le contaremos de nuestras tristezas y angustias, pero sobre todo de nuestros gozos y esperanzas, y del compromiso de trabajar para que Chile sea una gran mesa de hermanos y hermanas.
En la noche santa, delante del Pesebre, pidamos que se realicen las esperanzas de paz, bienestar y justicia, para todos los hombres y mujeres de Chile.
Que la paz more en las familias y cada hogar sea un recinto de respeto mutuo, de amor entrañable y de gozo por la vida. Que nada atente contra este bien esencial y que ningún engaño que se presenta hoy a través de la imagen positiva de la liberación, destruya el valor primero y esencial de la identidad de Chile.
Que los miembros de nuestras comunidades, en especial los niños y los ancianos, las personas más débiles y desesperanzadas, los enfermos, los abandonados y los encarcelados, puedan sentir la caricia de Dios y el calor humano de esta fiesta.
Feliz Navidad.
Fuente: Comunicaciones Santiago
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