San Alberto Hurtado es signo y sacramento del amor de Dios, manifestó monseñor Ezzati en la Facultad de Teología de la UC
Por Paz Escárate
La eucaristía por el día de la Facultad de Teología anticipó la memoria de San Alberto Hurtado. El oficio fue concelebrado por el vice gran canciller de la Universidad Católica, padre Cristián Roncagliolo; monseñor Fernando Ramos, rector del Seminario Mayor de Santiago; y sacerdotes profesores de la Facultad. Tras la misa se realizó la ceremonia de titulación 2012 y luego se bendijo la sala de estudiantes.
“Quisiera dar gracias a Dios por lo que significa la Facultad de Teología en el corazón de nuestra Universidad”, comenzó diciendo el Arzobispo, pues su misión es “reflexionar y profundizar el significado de la revelación divina en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en la vida de la sociedad”. Luego deseó que “el Señor fecunde la acción de la Facultad de Teología para que a través del diálogo entre profesores y alumnos no sólo se pueda profundizar en el contenido de la revelación, en una reflexión seria y profunda, sino que también puedan ser testigos vivos de la fecundidad del Evangelio en la vida de los hermanos y hermanas, en la vida de la sociedad que la misma universidad tiene que hacer presente”.
Signo admirable del amor de Dios
El Arzobispo destacó el testimonio de san Alberto Hurtado como signo admirable del amor de Dios, tal como dice la oración colecta de la liturgia. “No es un signo que uno admira o elogia, sino que es un signo que nos impulsa a transformar nuestra vida para que también se convierta en un signo admirable del amor de Cristo”, añadió el pastor. En este sentido llamó a hacer propia la actitud de Alberto Hurtado, porque es signo del amor de Cristo especialmente para quienes están abandonados y viven en la pobreza.
Para ser signo de Cristo, Alberto Hurtado “ha tenido que trabajar su corazón, su espíritu, sus ideales para conformarlos cada vez más en imagen de Jesús”, explicó el Arzobispo. Y este es el desafío para todo cristiano: configurar la imagen de Cristo en nuestro propio ser. Esto permite ser verdaderamente buena noticia para los más necesitados. “Se transformó en signo de cercanía, de acogida, de benevolencia, de predilección por los más pequeños y más pobres”, señaló. De esta manera “contribuyó a hacer crecer el reino de justicia, de amor y de paz”, puntualizó.
Unidad entre fe y vida
Ser signo de Cristo implica relacionarse de manera profunda con Cristo. “De su relación con Cristo y del amor de Cristo a los últimos y a los más necesitados nace su contribución también a proveer el Reino de Justicia, de amor y de paz”, reveló a los estudiantes, seminaristas, religiosas y religiosos presentes.
Durante la plática el Arzobispo exhortó a los presentes a unir fe y vida pidiendo esta gracia especial a Dios Padre. Invitó a hacer de la imitación de Cristo un “compromiso para una liberación auténtica de nuestros hermanos”, agregó.
“La acción de la Iglesia es signo de Cristo, en la medida en que brota de la fe”, destacó monseñor Ezzati. “No decimos que las cualidades humanas de amor al prójimo, de solidaridad, de justicia, no sean valores auténticos, pero en nosotros esos valores auténticos adquieren una dimensión del todo original porque unida a la fe en Jesucristo”. Es en esta dimensión donde se desarrolla el capítulo 25 del Evangelio de Mateo, pues como san Alberto Hurtado estamos llamados a ser “totalmente de Dios, consagrados a su Reino, y al mismo tiempo estar totalmente volcados al servicio de los hermanos, especialmente hacia los más pobres”, puntualizó.
Fuente: Comunicaciones www.iglesiadesantiago.cl