Llamados a transformar el sufrimiento el amor
Llamados a transformar el sufrimiento el amor

El Santo Padre ha recordado el reciente terremoto en Italia y sus consecuencias, en el marco de un concierto en su honor en el Teatro La Scala de Milán.

El Santo Padre, que ha llegado a Milán para participar en el VII Encuentro Mundial de las Familias, se ha desplazado hasta el Teatro de La Scala, donde ha tenido lugar un concierto en su honor. El maestro Daniel Barenboim ha dirigido la Orquesta y el Coro de La Scala en la interpretación de la novena sinfonía de Beethoven.

Al final del concierto, Benedicto XVI ha dado las gracias a los músicos, los cantantes y el director. “La elección de la novena sinfonía -ha dicho también el Papa- nos permite lanzar mediante la música un mensaje que afirme el valor fundamental de la solidaridad, de la fraternidad y de la paz. Me parece que este mensaje es también precioso para la familia, porque es en la familia donde se experimenta por primera vez que la persona humana no ha sido creada para vivir encerrada en sí misma, sino en relación con los demás; es en la familia donde se comprende que uno no se realiza a sí mismo colocándose en el centro, guiado por el egoísmo, sino dándose. Es en la familia donde comienza a encenderse en el corazón la luz de la paz, para que ilumine nuestro mundo”.

Por otra parte, el Pontífice ha señalado que la alegría del concierto se ha visto empañada por el terremoto “que ha llevado grandes sufrimientos a tantos habitantes de Italia. En este momento, las palabras del 'Himno a la alegría' de Schiller nos suenan como vacías, es más, no parecen verdaderas. (…) En esta hora (…) no tenemos necesidad de un discurso irreal sobre un Dios lejano y una hermandad sin compromiso. Buscamos al Dios cercano. Buscamos una fraternidad que, en medio de los sufrimientos, sostiene al otro y le ayuda a salir adelante. Después de este concierto, muchos irán a la adoración eucarística, al Dios que ha entrado en nuestros sufrimientos y que sigue haciéndolo; al Dios que sufre con nosotros y por nosotros y así ha hecho a los hombres y a las mujeres capaces de compartir el sufrimiento de los demás y transformarlo en amor. Precisamente a eso nos sentimos llamados en este concierto”.

Al término del evento, el Santo Padre se ha trasladado al arzobispado, donde se hospeda durante su estancia en Milán.


“Miren al futuro con confianza, contando con la fidelidad de Dios”

El Santo Padre ha presidido este sábado a las 10.00, en el Duomo de Milán, la celebración de la liturgia de la Hora Tercia, en la que han participado sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas de la archidiócesis. Después de la recitación de los Salmos, Benedicto XVI ha pronunciado una meditación, de la que ofrecemos seguidamente algunos extractos:

“En este momento, vivimos el misterio de la Iglesia en su expresión más alta, la de la oración litúrgica. En la oración eclesial, nuestros labios, nuestros corazones y nuestras mentes se hacen intérpretes de las necesidades y de los anhelos de toda la humanidad. (…) La oración cotidiana de la Liturgia de las Horas constituye una tarea esencial del ministerio ordenado en la Iglesia. También a través del oficio divino, que prolonga en la jornada el misterio central de la Eucaristía, los presbíteros están unidos de modo especial al Señor Jesús”.

“El sacerdocio: ¡Qué don precioso! (…) Si Cristo, para edificar su Iglesia, se entrega en las manos del sacerdote, éste a su vez debe confiarse a Él sin reservas: el amor por el Señor Jesús es el alma y la razón del ministerio sacerdotal. (…) No existe oposición entre el bien de la persona del sacerdote y su misión; por el contrario, la caridad pastoral es el elemento unificador de vida que parte de una relación cada vez más íntima con Cristo en la oración para vivir el don total de sí mismos por el rebaño (...). Efectivamente, cada una de nuestras acciones tiene como finalidad conducir a los fieles a la unión con el Señor y hacer crecer la comunión eclesial por la salvación del mundo”.

“Signo luminoso de esta caridad pastoral y de un corazón indiviso son el celibato sacerdotal y la virginidad consagrada. (…) Sin duda, el amor por Jesús vale para todos los cristianos, pero adquiere un significado singular para el sacerdote célibe y para quien ha respondido a la vocación a la vida consagrada: la fuente y el modelo para repetir diariamente el 'sí' a la voluntad de Dios se encuentran solo y siempre en Cristo”. (…) En la Virgen María “podemos reconocer el 'género de vida virginal y pobre que Cristo Señor eligió para sí, y que la Virgen su Madre también abrazó', una vida de plena obediencia a la voluntad de Dios”.

“Queridos hermanos y hermanas consagrados (...), mirad al futuro con confianza, contando con la fidelidad de Dios y la potencia de su gracia, capaz de operar siempre nuevas maravillas. (…) En este momento deseo dar gracias a Dios por la cantidad de sacerdotes ambrosianos, religiosos y religiosas que han gastado sus energías al servicio del Evangelio, llegando alguna vez incluso al sacrificio de la vida”. Entre ellos, el Santo Padre citó los Beatos sacerdotes Luigi Talamoni, Luigi Biraghi, Luigi Monza, Carlo Gnocchi y Serafino Morazzone; los Beatps religiosos Giovanni Mazzucconi, Luigi Monti y Clemente Vismara; y las religiosas Maria Anna Sala y Enrichetta Alfieri.

“Por su común intercesión, pidamos confiados al Dador de todos los dones que haga siempre fecundo el ministerio de los sacerdotes; que refuerce el testimonio de las personas consagradas, para mostrar al mundo la belleza de la donarse a Cristo y a la Iglesia; y que renueve las familias cristianas según el plan de Dios, para que sean lugares de gracia y santidad, terreno fértil para las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada”.

Fuente: Servicio Informativo Vaticano
Milán, 02 de Junio, 2012
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