Padre Rodrigo Tupper llamó a los trabajadores del Arzobispado de Santiago a ser verdaderos evangelizadores
Al inicio de la Eucaristía el padre Tupper llamó a dar las gracias por el trabajo que tenemos. Tanto por el hecho de tener un empleo como por el trato humano que se da en él. “Agradecemos el hecho de trabajar en un lugar y en una institución en que se nos valora como personas y también como trabajadores, como trabajadoras. Es un don que fácilmente se olvida, este de trabajar en un ambiente humano, de confianzas mutuas, en que vale la persona por sobre las metas y los números”, dijo.
También recordó las palabras del Padre Hurtado, quien decía que “por el trabajo el hombre da lo mejor que tiene: su actividad personal, algo suyo, lo más suyo; no su dinero, sus bienes, sino su esfuerzo, su vida misma”.
Comentó que el acto de trabajar nos acerca a Dios. “Amar, orar y trabajar son las actitudes que nos hacen vivir según su imagen y semejanza”, sostuvo.
Nuestra misión es evangelizar
“Es muy posible que uno se pregunte cómo se evangeliza desde la tesorería, desde la mensajería, o bien, desde el ajetreo de una secretaría”, dijo el Padre Tupper a los asistentes a la Eucaristía. “La pregunta es pertinente así como la respuesta: ser evangelizadores no es misión para los tiempos libres, para los fines de semana o para las horas posteriores al trabajo. Ser evangelizadores es una misión que recibimos el día de nuestro Bautismo y que se especifica aún más el día de nuestra Confirmación, sabiendo que nuestras vidas se desplegarán en algún trabajo, alguna actividad”. Añadió: “Desde luego, todos los que trabajamos en el Arzobispado, en cualquier lugar de servicio que nos toque realizar, estamos colaborando directamente con el ministerio del Pastor". Explicó que "todo lo que hacemos es para apoyar, acompañar, facilitar y multiplicar la misión de Don Ricardo Ezzati en las múltiples facetas que esta adquiere cada día”.
Ser evangelizadores, recalcó, exige convertirnos a ciertas actitudes y virtudes que caracterizan al buen cristiano. También requiere humildad para dejarse enseñar por otros. En esa perspectiva destacó las certezas que a su juicio debemos aprender desde nuestros lugares de trabajo. Primero la acogida, haciendo sentir que quien viene es más importante que no mismo; el servicio y su sentido de fe y gratuidad; finalizando por la comunión, que implica reconocer a Jesús en los demás y alegrarnos por el bien de los otros.
Añadió casi al término de la Eucaristía: “En fin, el consejo propuesto es simplemente saber que a todos nos llega la hora de dar un paso al lado para que lleguen otros que nos deben suceder. Es tal vez el momento más difícil de enfrentar y el paso más oportuno que hay que dar. Esa fue la gracia en Santiago de culminar la labor de la Vicaría de la Solidaridad y abrir paso a la Pastoral Social, o de agradecer el camino de la Pastoral Juvenil, para crear la Vicaría de la Esperanza Joven, dos pasos acertados y oportunos. Algo semejante nos sucede a las personas cuando, culminado nuestro servicio, debemos descubrir que nos esperan nuevos horizontes sin aferrarnos al ayer que ya pasó”.
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Fuente: Comunicaciones Santiago-
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