“Beato Juan Pablo II nos guió en la búsqueda del bien común”, dijo monseñor Ricardo Ezzati en La Moneda
Monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, presidió la Eucaristía con la que se conmemoró un cuarto de siglo de la visita apostólica de Juan Pablo II a nuestro país. La única de un Papa en ejercicio hasta el momento. La misa, oficiada en La Moneda, fue concelebrada por monseñor Bernardino Piñera; el capellán de La Moneda, P. Luis Ramírez; el Vicario General de Pastoral, monseñor Héctor Gallardo, y el Vicario Zona Centro, Padre Marek Burzawa, entre otros sacerdotes.
El Presidente de la República, Sebastián Piñera; su señora, Cecilia Morel; el Nuncio Apostólico, monseñor Ivo Scapolo; el ministro secretario general de la presidencia, Cristián Larroulet; el ministro secretario general de gobierno, Andrés Chadwick, y el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, fueron parte de las autoridades presentes en el oficio religioso que se desarrolló en la capilla de La Moneda. Allí se expuso el reclinatorio en que el Papa oró mientras visitaba la Casa de Gobierno, el 2 de abril de 1987.
“Nos constituyó en una sola patria”
“Nos reunimos en el Palacio de gobierno, lugar de tradición republicana y escenario de grandes hitos de la historia patria para recordar con gratitud los 25 años de la visita de Su Santidad Juan Pablo II a nuestro país”, dijo Monseñor Ezzati en su homilía
(Escuche audio). “El 1 de abril de 1987 el Mensajero de la Vida y Peregrino de la Paz aterrizaba en tierra chilena para alentarnos en el camino de la fe y animar nuestro proceso de reconciliación. Fue un acontecimiento de Gracia que por sobre las diferencias nos constituyó en una sola patria de hermanos unidos en torno a la figura del vicario de Cristo y a todo lo que ello significa para un pueblo de profundas raíces cristianas”, sostuvo.
Refiriéndose al Evangelio proclamado este Lunes Santo, el Arzobispo indicó que “la certeza que regala la fe en Dios y su acción eficaz en la historia empuja a navegar en medio de las tempestades con serenidad, porque el Señor está con su pueblo y lo ama con entrañas de misericordia. La prueba más evidente de ese amor es la promesa del cordero pascual que reunirá al rebaño disperso y le regalará vida en abundancia”.
Luego, señalando a Juan Pablo II como un discípulo de Jesucristo, manifestó que “desde el inicio de su pontificado percibimos que su peregrinar por tantas latitudes conllevaba la presencia viva de Cristo y hacía evidente la primacía de Dios”. Añadió: “Por eso cuando llegó a Chile lo quisimos recibir en un ambiente de fiesta y hacerlo sentir como en una verdadera Betania. Buscamos darle también nuestros mejores dones, como lo hizo María con Jesús. El pudo experimentar con dolor que en medio de tanta alegría y de tanto don no se podía ocultar el dolor de una patria herida por discordias, por el atropello de los derechos más fundamentales del hombre, por la pobreza, el rencor y la injusticia”.
En este sentido destacó que las primeras palabras que pronunciara en Chile explicitaron “un mensaje de vida, para promover en el mundo la victoria del bien sobre el mal, del amor sobre el odio, de la unidad sobre la rivalidad, de la generosidad sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia, de la convivencia pacífica sobre la lucha, de la justicia sobre la inequidad, de la verdad sobre la mentira, en una palabra: la victoria del perdón, de la misericordia y de la reconciliación”.
Agregó que el Papa buscó apacentar a su rebaño que vivía momentos de tensión y de desencuentro “mostrando que el odio no tiene la última palabra y que la reconciliación siempre es posible para los hombres y las mujeres de buena voluntad”, manifestó.
Hitos de una visita
Luego Monseñor Ezzati destacó lo que a su juicio fueron los hitos de esta visita. Entre ellos su discurso a los constructores de la sociedad, pronunciado en la Universidad Católica. Allí “exhortó a ensanchar y consolidar una corriente de solidaridad que contribuyera a asegurar el bien común, el pan, el techo, la salud, la dignidad, el respeto a todos los habitantes de Chile, prestando oído a las necesidades de los que sufren”. Expuso que, “fundado en una antropología de sentido, nos exhortó a poner a la persona en el corazón del desarrollo, porque en la dignidad de la persona y su realización está el secreto de una sociedad humanamente sana”.
El segundo hito fue el llamado a enfrentar la violencia con amor. Juan Pablo II “afirmó que el amor es más fuerte, mostrando que el camino de la agresión, de la odiosidad y del desencuentro no terminan en nada”. Dijo el Arzobispo: “En nuestras manos está la posibilidad de hacer caminos, dijo, de tender puentes, de ser agentes responsables de diálogo y reconciliación para construir de verdad una patria de hermanos”.
Añadió que el Peregrino de la Paz tuvo especiales palabras para los jóvenes, especialmente en el Estadio Nacional cuando los llamó a mirar a Cristo. En aquel lugar “el Papa pidió no permanecer indiferentes ante la injusticia y a comprometerse responsablemente en la construcción de una sociedad más cristiana, una mejor sociedad”. Y dijo que el camino era alejarse del odio y reconocer “como engañosas, falsas, incompatibles con su seguimiento toda ideología que proclame la violencia y el odio como medios para conseguir la justicia”.
“Finalmente no es posible en este día de acción de gracias olvidar un hecho que sin duda despierta en todos nosotros un sentimiento de especial gratitud”, sentenció monseñor Ezzati al referirse a la mediación papal entre Chile y Argentina. Gracias a ella “dos pueblos hermanos fueron capaces de dejar de lado toda vía armada para sentarse a la mesa y buscar una solución pacífica a sus problemas limítrofes. La paz con Argentina es uno de los regalos más grandes de Juan Pablo II a Chile. Cuánta gratitud le debemos”, expresó a los presentes.
Intercesión de Juan Pablo II
“Pidamos en esta mañana su intercesión en esta hora en la que emergen también signos preocupantes de odiosidad entre diferentes actores sociales, (para que) seamos permanentes agentes de diálogo, de paz y de auténtico desarrollo”, señaló el Arzobispo de Santiago. “No es posible que la violencia se apodere de las mentes, de los corazones y que las legítimas manifestaciones de la calle no se puedan realizar en paz yen respeto hacia todos. No es posible que dejemos de reconocernos como hermanos. No es posible que velemos por intereses particulares reconociendo el valor insustituible del bien común”, manifestó.
Al concluir la Eucaristía monseñor Ezzati pidió la ayuda también de la Virgen del Carmen para que “guíe nuestros pasos para que todos seamos gestores de una sociedad donde el respeto y el diálogo sean norma de vida y donde la búsqueda sincera de la verdad y del bien común sea la motivación más profunda que guíe nuestro anhelo de servir a la patria”.
Muestra y Via Crucis
Tras la Eucaristía, los presentes pudieron apreciar una muestra realizada por la Universidad Católica en que se destacan hitos de la visita de Juan Pablo II a Chile y se exhibe el Papa-móvil que trasladó al hoy beato en su viaje por nuestro país.
Acto seguido, monseñor Ezzati, junto al cardenal Jorge Medina y autoridades de Coquimbo visitaron el Via Crucis dispuesto en la Plaza de la Constitución hasta el 12 de abril, hecho a tamaño natural que recrea la pasión y muerte del Señor. Tras bendecir las imágenes, el Pastor expresó que “el arte ennoblece a la persona humana, es expresión del corazón y de la grandeza de un alma creada a imagen y semejanza de Dios. En este caso las imágenes reproducen el camino de la cruz que es un camino de donación, de entrega, para que la vida crezca abundante”. Agregó que mediante “estos grupos escultóricos, que presentan el camino de la cruz, los visitantes pueden levantar su espíritu a las cosas bellas y también a aquellos valores que hacen a un pueblo feliz siguiendo el camino de Jesús”.
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Especial web de la Visita a Chile
- Ver Homilía del Arzobispo de Santiago con ocasión de los 25 años de la visita de Juan Pablo II a Chile
Fuente: DOP www.iglesiadesantiago.cl