Cuarenta días para reforzar la solidaridad y la fe a la espera de la alegría pascual, que nos recuerdan el retiro de Jesús por 40 días en el desierto, las jornadas del diluvio, los años de la marcha del pueblo Judío por el desierto y la estancia de los judíos en Egipto.
Una tradición a la que la comunidad diocesana asistió en masa, junto a sus familias en un entorno de recogimiento y emoción. Para comenzar a vivir este periodo con la espiritualidad que lo necesita, orando íntimamente con nuestro Padre para iniciar el tiempo de penitencia y de cambios. Un retiro colectivo de conversión que nos invita a seguir el ejemplo de Cristo en los momentos más cruciales de su vida terrena, recordando su pasión y el camino previo a la resurrección.
Así lo destacó el párroco de la Catedral, p. Patricio Barriga, que al anunciar la solemnidad de esta jornada instó al cambio de mentalidad tan necesario para la humanidad. “El ofrecer nuestro ayuno con ganas, a orar por nosotros y nuestros hermanos en la intimidad del silencio, sirviendo y ayudando con solidaridad. Gestos que al poder aplicarlos en nuestra vida ensalzan ese amor infinito que Dios siente hacia nosotros", destacó.
La imposición de las cenizas unió a niños, jóvenes y adultos con la señal que nos indica lo que somos en este mundo terrenal. Recordándonos que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo (“Porque polvo eres, y al polvo volverás” Génesis 3, 17-19).
Para finalizar, la comunidad adhirió a la campaña nacional de la Cuaresma de Fraternidad, que con oración y aportes podrán seguir colaborando a los programas sociales que van en ayuda de nuestros hermanos más necesitados, de un modo particular a los jóvenes en riesgo social.
Una eucaristía de emoción y recogimiento que concluyó con la cubierta del famoso mural de nuestra catedral como símbolo penitente y que volveremos a ver públicamente el día Jueves santo, cuando comencemos a celebrar la resurrección de Cristo.
Fuente: Comunicaciones Villarrica