Monseñor Mamberti, estrecho colaborador de la Santa Sede, celebró misa en Parroquia El Sagrario
Contento de volver a Chile tras 18 años de ausencia se mostró monseñor Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede. El obispo se desempeñó en la Nunciatura Apostólica en Chile desde 1990 a 1993. Así lo manifestó al inicio de la Eucaristía oficiada en la Parroquia El Sagrario el martes 13 de diciembre. “Es con mucha emoción que vuelvo después de 18 años a esta Catedral de Santiago donde participé tantas veces de celebraciones solemnes”, dijo a los asistentes. “Quiero transmitirles el saludo del Santo Padre a quien le he asegurado la cercanía espiritual de los chilenos en la oración y en el afecto”, prosiguió.
En nombre del Arzobispo de Santiago, monseñor Andrés Arteaga, obispo Auxiliar de Santiago, le dio la bienvenida y agradeció su presencia en la parroquia más antigua del país. La Misa, en la que se oró por la nación encomendándola a la Virgen del Carmen, fue concelebrada por el Nuncio Apostólico, monseñor Ivo Scapolo; por el párroco de El Sagrario, presbítero Javier Manterola, y por monseñor Andrés Arteaga.
Durante su homilía, monseñor Mamberti sostuvo: “El tiempo del Adviento que estamos viviendo nos exhorta a avanzar sin demora hacia el Señor que viene”. Pero nadie puede salir al encuentro si no siente la necesidad interior de hacerlo, para ser liberado antes hay que sentir la opresión, dijo el obispo. Es esta la disposición espiritual de los pobres de Yahvé, “que no pueden contar con nada y, en consecuencia, están dispuestos a acoger la iniciativa divina”.
El Evangelio proclamado fue la parábola de los dos hijos enviados a trabajar en el viñedo. Esta presenta la dinámica del pecado y del arrepentimiento, indicó monseñor Mamberti. “En esta parábola Jesús nos revela cómo aquellos que parecían estar marginados y lejos de Dios, los publicanos y las prostitutas, eran precisamente quienes estaban en mejor grado condición de acoger la buena noticia del Evangelio”. El Dios cristiano, explicó, es quien da siempre la posibilidad de redimirse y de comenzar “de un modo nuevo”. “Sin Dios no es posible dar fundamento ni solidez ” ni se puede dar respuesta al deseo profundo del ser humano por paz, justicia, libertad y solidaridad, añadió.
“La Virgen María que aquí veneramos bajo el título de Nuestra Señora del Carmen es la imagen emblemática de cómo ser pobres delante del Señor. Desde el anuncio del ángel hasta el pie de la cruz, ella confió totalmente en la palabra de Dios, es el verdadero modelo de la Iglesia”, es una madre solícita que nos exhorta a recibir al Verbo de Dios. Finalmente, monseñor Mamberti rezó por Chile, para que alcance un auténtico desarrollo. Humano, cultural y social.
Bendición pila bautismal y cruz
Luego de la homilía, el padre Manterola invitó a monseñor Mamberti a bendecir la pila bautismal, que data de 1603, y que tras varias décadas sin usar vuelve a estar al servicio del pueblo de Dios y también la cruz donada recientemente por Germana Matta al templo cuyo título es “Arriba, abajo, a la izquierda y a la derecha del corazón”. Instalada sobre la pila bautismal hacen un conjunto armónico tanto por la materialidad, ambas obras son de bronce, como por el significado teológico: el bautismo nace del costado de Cristo crucificado, muerto y resucitado, explicó el párroco.
Antes de concluir la Eucaristía, monseñor Dominique Mamberti impartió la bendición apostólica a los asistentes a nombre del Santo Padre. Tras lo cual y, a modo de agradecimiento, los fieles brindaron un caluroso aplauso al secretario vaticano.
Fuente: DOP www.iglesiadesantiago.cl