El Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, presidió en la capilla del Cementerio Católico de Recoleta la misa de Todos los Santos, al mediodía de este martes 1 de noviembre, junto a una gran cantidad de fieles que repletó el templo.
En su homilía, el pastor aseguró que “la santidad no es una conquista humana. La santidad de todos los santos y nuestra propia santidad es, en primer lugar un don de Dios, que Dios regala a hombres y mujeres que somos limitados, que somos pecadores. Por eso que la santidad más que una actitud moral, una conquista moral, es abrir el corazón para que en nuestra fragilidad humana se injerte la vida divina del Hijo de Dios, que nos hace coherederos con Cristo de la filiación del Padre celestial”.
Luego, recordó a tantos santos de la Iglesia a lo largo de dos mil años, comenzando por la Santísima Virgen María, su esposo, san José y los apóstoles. También “a los miles y miles de mártires que en todos los continentes han dado su vida por la fe en Jesucristo. “Cuántos hermanos nuestros, catequistas, sacerdotes, laicos, aquí en América Latina han dado su vida por Cristo y su Evangelio. Contemplamos a profesores y a médicos, a dueñas de casa, que han sido propuestos para nuestro ejemplo como santidad. Encontramos a obispos, a papas y a sacerdotes”. Monseñor Ezzati resaltó, además, la santidad de Teresa de Los Andes, Alberto Hurtado, Laura Vicuña y Ceferino Namuncurá.
La santidad es para todos
Pero también se refirió a muchos que sin haber sido reconocidos santos oficialmente por la Iglesia, lo han sido por su vida de fe. “Seguramente muchos de ustedes han conocido santos en su vida, santos que han vivido la vida cotidiana en la fe, en el amor y en la esperanza de Jesucristo. Entre ellos hay muchos que han sido muy cercanos a nosotros y que están esperando en este u otro cementerio la resurrección”.
El arzobispo de Santiago explicó, luego, que “la santidad no se tratada de cosas extraordinarias. Lo más extraordinario para vivir la santidad es vivir como hijos de Dios, incluso en nuestras limitaciones y en nuestro pecado. El pecado, sin duda alguna, es un obstáculo en la vida de santidad”. Pero, precisó, puede llegar a ser un estímulo para cambiar la forma de vivir y hacer de ella “una vida de discípulos y misioneros de Jesús”.
Invitó a “hacer de nuestra vida una vida de hombres y mujeres que buscan la justicia, que buscamos la paz, la fraternidad, a construir la ciudad terrena a imagen de lo que será la ciudad celestial, donde seremos todos uno en Cristo el Señor”. Invitó a construir amor, fraternidad, mayor justicia, mayor solidaridad entre hermanos.
Refiriéndose al Día de Todos los Difuntos, que se celebra este miércoles 2 de noviembre, el pastor dijo que el recuerdo, especialmente en la oración, de quienes han fallecido “forma parte de nuestra vida de comunión con ellos, con todos los santos y con Dios”. Agregó que en la visita a los seres queridos que han muerto, “ellos se vuelven una lección para nosotros, nos recuerdan que aquí no tenemos la ciudad permanente, que estamos de paso, que hacer de nuestra vida una vida fecunda de bien será la tarea más bella y más noble que tenemos que desarrollar a lo largo de los años que el Señor nos regala”. Añadió que este tiempo que Dios nos da “es para preparar la vida que no tiene término. Y es aquí, en este tiempo, donde cada uno de nosotros se juega la oportunidad de una vida plena o, lastimosamente, una vida sin amor, sin esperanza y sin Dios”.
Antes de celebrar la misa, monseñor Ricardo Ezzati visitó a los religiosos salesianos fallecidos cuyos restos descansan en el Cementerio Católico de Recoleta.
Fuente: DOP -www.iglesiadesantiago.cl