Con la finalidad de destacar la celebración del Año de la Eucaristía, el Cardenal Arzobispo de Santiago, Monseñor Francisco Javier Errázuriz, presidirá la solemne procesión de Corpus Christi, este domingo 29 de mayo por las calles céntricas de la ciudad. La peregrinación se iniciará con una Misa, a las 16:00 horas, en el templo de San Agustín (Agustinas con Estado) para dirigirse luego a la Catedral Metropolitana, donde aproximadamente a las 18:00 horas se dará una bendición especial a la ciudad y sus habitantes, culminado en el interior del principal templo católico con la Adoración al Santísimo.
El Arzobispado de Santiago invita a los fieles a participar de esta procesión, respondiendo de esta manera a una de las peticiones que formulara el Papa Juan Pablo II al convocar a la celebración del Año de la Eucaristía. Las orientaciones para celebrarlo están contenidas en su Carta Apostólica “Mane Nobiscum Domine”.
Año de la eucaristía
El Año de la Eucaristía es un gran y hermoso desafío que nos dejó el Papa Juan Pablo II, dijo el Pbro. Cristián Precht, Vicario de la Zona Sur de Santiago y Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de la Canonización del Padre Hurtado. “Él nos llamó a comprometernos más decididamente a dar testimonio de la presencia de Dios en el mundo. Nos dijo que no tuviéramos miedo de hablar de Dios ni de mostrar los signos de la fe con la frente muy alta. La ‘cultura de la Eucaristía’ promueve una cultura del diálogo, que en ella encuentra fuerza y alimento”.
“La Eucaristía –destacaba Juan Pablo II, en su Carta Apostólica “Mane Nobiscum Domine”- no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. En la celebración eucarística la Iglesia renueva continuamente su conciencia de ser «signo e instrumento» no sólo de la íntima unión con Dios, sino también de la unidad de todo el género humano […] El cristiano que participa en la Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida. La imagen lacerante de nuestro mundo, que ha comenzado el nuevo Milenio con el espectro del terrorismo y la tragedia de la guerra, interpela más que nunca a los cristianos a vivir la Eucaristía como una gran escuela de paz, donde se forman hombres y mujeres que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y política, sean artesanos de diálogo y comunión”.
Como celebrarlo
Juan Pablo II, en la mencionada Carta Apostólica, llamaba a los católicos celebrar el Año de la Eucaristía de la siguiente manera:
a.
Celebrar bien el gran misterio de la Eucaristía (La Misa).
b. Fomentar, tanto en la celebración de la Misa como en el culto eucarístico fuera de ella,
la conciencia viva de la presencia real de Cristo
c. Hacer un gran esfuerzo por redescubrir y
vivir plenamente el Domingo como día del Señor y día de la Iglesia. “Que los sacerdotes en su trabajo pastoral presten, durante este año de gracia, una atención todavía mayor a la Misa dominical, como celebración en la que los fieles de una parroquia se reúnen en comunidad, constatando cómo participan también ordinariamente los diversos grupos, movimientos y asociaciones presentes en la parroquia”.
d.
Revisar lo que sucede con la homilía “destinada a ilustrar la Palabra de Dios y actualizarla para la vida cristiana […] En efecto, no basta que los fragmentos bíblicos se proclamen en una lengua conocida si la proclamación no se hace con el cuidado, preparación previa, escucha devota y silencio meditativo, tan necesarios para que la Palabra de Dios toque la vida y la ilumine”.
e. Objetivo especial debe ser
la adoración eucarística fuera de la Misa.
f. La Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia;
es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad
g. Celebrar con particular fervor
la solemnidad del Corpus Christi con la tradicional procesión.
h. Y termina el Papa con una reflexión que da mucho que pensar: “En esta perspectiva se podrán realizar muchas iniciativas, según el criterio de los Pastores de las Iglesias particulares […] Aunque el fruto de este Año fuera solamente avivar en todas las comunidades cristianas la celebración de la Misa dominical e incrementar la adoración eucarística fuera de la Misa, este Año de gracia habría conseguido un resultado significativo. No obstante, es bueno apuntar hacia arriba, sin conformarse con medidas mediocres, porque sabemos que podemos contar siempre con la ayuda Dios”.
Fuente: DOP Santiago