A pesar del intenso frio de la noche del jueves 18 de agosto, cientos de personas llegaron hasta el Santuario de San Alberto Hurtado, en la comuna de Estación Central, en Santiago, para participar de la Santa Misa en recuerdo del primer santo chileno, al cumplirse 59 años de su fallecimiento.
La eucaristía fue presidida por Monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago, y concelebrada por el Vicario General de Pastoral, Monseñor Héctor Gallardo; por el Provincial de los Jesuitas, P. Eugenio Valenzuela; el capellán del Hogar de Cristo, P. Agustín Moreira, entre otros sacerdotes.
Al inicio de la eucaristía, representantes de las organizaciones que preparan el Mes de la Solidaridad presentaron textos del Padre Hurtado, escritos en pancartas, que invitan a construir una sociedad más justa y solidaria.
Testigo del Evangelio
“El Padre Alberto Hurtado ha sido y sigue siendo testigo valiente y fiel de la fecundidad de esta ley evangélica. Para él, los pobres, los niños andrajosos del Mapocho, los ancianos, los abandonados por todos, son los destinatarios privilegiados del proyecto de vida abundante querido por Dios. Comprendió que la vida crece y se multiplica cuando es compartida en la solidaridad y en el don de sí”, dijo Monseñor Ezzati en su homilía. “No deja de ser significativo que, a partir del testimonio de este hombre de Dios, entre nosotros, el mes de agosto se haya consolidado como ‘mes de la solidaridad’. Una solidaridad destinada a convertirse en ‘cultura’, es decir, en estilo de vida que se multiplica, hasta lograr ‘la globalización de la solidaridad’. No es de extrañar, que muchos jóvenes vivan fascinados por el testimonio y el patrimonio recibidos del P. Hurtado y busquen hacerlos realidad en el Chile de hoy”, agregó el Arzobispo de Santiago.
Más adelante indicó: “Los santos son fecundos y su fecundidad perdura en la historia multiplicándose, casi al infinito. Son fecundos porque vitalmente injertados en la vida de Cristo, porque por sus venas, por su inteligencia, creatividad y corazón, corre la misma caridad de Dios, que es Amor, y que quiere vida abundante para todos sus hijos. El P. Alberto Hurtado nos ha dejado este rico patrimonio. A lo largo de Chile, en cada Hogar de Cristo, allí donde se educa y se aprende un oficio para ganarse honradamente la vida, en cada techo levantado para superar la extrema pobreza y en cada gesto de solidaridad, el patrimonio que él legara al país, se multiplica haciendo brotar vida nueva. Allí va creciendo también la profecía de una patria más acogedora y más integradora, donde crece el gozo del pan compartido, alrededor de la gran mesa de la fraternidad”.
“Chile puede sentirse orgulloso de este patrimonio y de esta profecía. La ruta está abierta para quienes como el P. Alberto Hurtado, caminando en las huellas de Jesús, están decididos a hacer del mundo un anticipo del cielo”, terminó señalando Monseñor Ezzati en su homilía.
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Fuente: DOP Santiago