Cientos de feligreses se reunieron en la Catedral Metropolitana para celebrar la festividad de la venida del Espíritu Santo junto a su Pastor, monseñor Ricardo Ezzati. Al comienzo de la Eucaristía, el Arzobispo bendijo el agua que luego asperjó a los asistentes como signo del perdón de los pecados.
Luego de la proclamación del Evangelio monseñor Ezzati destacó que el acontecimiento de la venida del Espíritu Santo marca el inicio de la Iglesia. “Somos frutos del Espíritu Santo”, expresó. “Es el él quien nos permite vivir en comunión con Dios dirigiéndonos a él como un padre y es él quien nos permite vivir en comunión fraterna y en solidaridad de hermanos ”, declaró. Luego invitó a los asistentes a reflexionar sobre la necesidad de comunión en nuestra sociedad. Explicó que cuando hay signos de división y violencia es muestra que no hemos sido capaces de comprender el don del Espíritu en nuestras vidas.
Monseñor Ezzati aseveró que otro don que necesitamos recibir de Dios es la unidad en la diversidad de vocaciones. “Somos hombres y mujeres que hemos recibido de Dios dones diferentes. No todos somos iguales (…) en la Iglesia todos hemos recibido un don peculiar”, detalló. Sostuvo que hay espacio para padres, matrimonios, consagrados y obispos. Añadió que nadie es más relevante que otro. “Todos somos importantes y todos somos indispensables”, clarificó a los asistentes, pues cada uno ha recibido una vocación y dones del Espíritu Santo.
Durante la homilía, el obispo explicó que la Iglesia Católica no es una realidad externa, sino que cada uno de nosotros conforma el cuerpo de Cristo. Esta Iglesia será la Iglesia santa de Dios si todos nos comprometemos a ser y a vivir en la dignidad de los hijos del Señor, dijo. En este sentido pidió privilegiar a los más pobres y marginados. “La Iglesia somos todos y es por eso que si adherimos a la realidad de Jesucristo podemos hacer presente esa misma realidad en el tejido social de nuestra comunidad nacional y de nuestras comunidades de barrio donde estamos viviendo”, señaló. Agregó que cada uno debe aportar sus dones para el bien de la comunidad.
Para finalizar dijo que a los cristianos les corresponde ser “discípulos del Señor para servir al mundo y para estar atentos a lo que el mundo nos quiere pedir”. Concluyó: “Nuestro cristianismo no termina en el templo, se alimenta en él, pero se desarrolla en la vida de todos los días”.
Con la prensa
Al ser abordado por la prensa a raíz del conflicto en el área educacional, el Arzobispo dijo que la educación “es un tema que toca el presente y el futuro de la vida del país y tenemos que estar muy interesados en encontrar el camino más fecundo para que tanto la educación primaria, secundaria y superior pueda alcanzar la meta alta de la calidad”. También llamó al diálogo entre las partes: “Ha sido una constante de mi ministerio episcopal decir que los hombres y las mujeres estamos dotados de un gran don que es nuestra razón, que nos permite poner los problemas sobre la mesa y poder dialogarlos con la fuerza de nuestra razón y no con la fuerza de los instintos”.
Fuente: DOP www.iglesiadesantiago.cl