El Papa dijo que el tema que han afrontado estos días, el síndrome post-aborto, "revela la voz irresistible de la conciencia moral, y la herida gravísima que sufre cuando la acción humana traiciona la vocación innata al bien del ser humano, de la que da testimonio".
"En esta reflexión sería útil -subrayó- centrarse en la conciencia, a veces ofuscada, de los padres de los niños, que a menudo dejan solas a las mujeres embarazadas. La conciencia moral (...) tiene el deber de discernir el bien del mal en las diferentes situaciones de la vida, de modo que a partir de este juicio, el ser humano puede orientarse libremente al bien. A quienes niegan la existencia de la conciencia moral del ser humano, reduciendo su voz al resultado de condicionamientos externos o a un fenómeno puramente emocional, es importante reiterar que la calidad moral de la acción humana no es un valor extrínseco, o facultativo y no es ni siquiera una prerrogativa de los cristianos o de los creyentes, sino que es común a todos los seres humanos. En la conciencia moral Dios habla a cada uno e invita a defender la vida humana en todo momento. En este vínculo personal con el Creador se halla la dignidad profunda de la conciencia moral y la razón de su carácter inviolable".
Hablando de los médicos, el Santo Padre señaló que "no pueden abdicar de su grave tarea de defender del engaño la conciencia de muchas mujeres que piensan que el aborto es la solución a las dificultades familiares, económicas, sociales, o a los problemas de salud de su hijo. Especialmente en esta última situación, se convence a menudo a la mujer, a veces los mismos médicos, de que el aborto es no solo una opción moralmente lícita, sino incluso un acto "terapéutico" necesario para evitar sufrimientos al hijo y a su familia, y un "injusto" peso para la sociedad. En un contexto cultural caracterizado por el declino del sentido de la vida, donde se ha atenuado mucho la percepción común de la gravedad moral del aborto y de otras formas de atentados contra la vida humana, los médicos deben tener una fortaleza especial para seguir afirmando que el aborto no soluciona nada, sino que mata al niño, destruye a la mujer y ciega la conciencia del padre del niño, devastando, a menudo, la vida familiar".
"Esa tarea, sin embargo, no corresponde solamente a la profesión médica. Es necesario que toda la sociedad defienda el derecho a la vida del concebido y del verdadero bien de la mujer que, nunca y en ninguna circunstancia, podrá sentirse realizada en la decisión del aborto. Al mismo tiempo, es necesario (...) que no falte la ayuda necesaria a las mujeres que, habiendo recurrido desgraciadamente al aborto, experimentan todo el drama moral y existencial. Hay muchas iniciativas, tanto en ámbito diocesano como de los entes de voluntariado, que ofrecen ayuda psicológica y espiritual para una plena recuperación humana. La solidaridad de la comunidad cristiana no puede renunciar a este tipo de corresponsabilidad".
El Papa se refirió después al segundo tema que han analizado en la asamblea: la utilización de los bancos del cordón umbilical con fines clínicos y de investigación.
"Se trata de aplicaciones clínicas importantes y de investigaciones prometedoras en ámbito científico, pero que para su realización dependen mucho de la generosidad en la donación de la sangre del cordón en el momento del parto y de que las estructuras se adecuen para ello. Os invito por tanto -dijo- a haceros promotores de una solidaridad humana y cristiana verdadera y consciente".
Benedicto XVI advirtió al final de la perplejidad de los investigadores acerca de los bancos privados para la conservación de la sangre del cordón para uso propio. "Esa opción -concluyó-, además de carecer de una real superioridad científica respecto a la donación del cordón, debilita el genuino espíritu de solidaridad que debe animar constantemente la búsqueda del bien común al que, en último análisis, tienden la ciencia y la investigación médica".
La Asamblea de la Pontificia Academia para la Vida se desarrolló en el Vaticano entre el 23 y el 27 de febrero, en la Sala Pablo VI. Mons. Fernando Chomali Garib, obispo auxiliar de Santiago, asistió en calidad de miembro del comité directivo de la Pontificia Academia para la Vida.
Los temas que se trataron en la oportunidad fueron el síndrome post aborto y los bancos de cordones umbilicales. En la galería fotográfica aparece Mons. Chomali junto a Mons. Ignacio Carrasco de Paula, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida y el Dr. Munir Farag del Líbano, también integrante del Comité directivo.
Fuente: Servicio Informativo Vaticano