Emotivo mensaje de despedida de Cardenal Francisco Javier Errázuriz
Emotivo mensaje de despedida de Cardenal Francisco Javier Errázuriz

“Palabras de Gratitud” se titula el mensaje que dirigió a los agentes pastorales, consagrados y laicos, y a los fieles en general al culminar su ministerio episcopal como Arzobispo de Santiago y que publica como Separata el periódico Encuentro, en su edición de enero.

En su mensaje de despedida, el Cardenal Errázuriz agradeció las innumerables muestras de afecto demostrada por los fieles de la capital y por el apoyo recibido durante estos 12 años como Arzobispo de Santiago.“Me despido con mucha gratitud a Dios, a la Santísima Virgen y también a todos ustedes, invitándolos a proseguir con mayor convicción y confianza el camino de Aparecida, que tiene su origen en el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos junto al Jordán”, señala el emotivo mensaje de despedida del Cardenal Francisco y que publicara in extenso el periódico Encuentro.

“Que la Santísima Virgen María implore para nosotros la gracia de compartir la disponibilidad humilde de su aceptación del Plan de Dios, la prisa con la cual partió llevando a Jesús en su seno, a prestarle un gran servicio a su prima Isabel, la alegría y la sabiduría del Magnificat, la capacidad de contemplar como discípula las Palabras de Jesús, que ella guardaba en su corazón, la fidelidad junto a la cruz del Señor, la oración confiada que invoca el Espíritu Santo, y la misericordia que derrocha en sus santuarios. Que el Espíritu Santo nos anime a nosotros, tal como animó a la Virgen María, y nos regale la santidad y la audacia misionera”, agrega el mensaje del Cardenal Errázuriz.

“Todo esto se los deseo con profunda gratitud tanto a Uds., miembros de esta bendecida Iglesia de Santiago, como también a su nuevo pastor, Mons. Ricardo Ezzati Andrello, que nos guiará con el encargo, los dones y las gracias que Dios le concede como a nuestro padre, maestro, hermano, amigo y pastor, como Vicario de Jesucristo para esta Porción del Pueblo de Dios que peregrina en Santiago”, señala el mensaje de despedida del Cardenal Francisco Javier Errázuriz.

Ministerio episcopal en Santiago

En su mensaje, el Cardenal Errázuriz revisa detalladamente los logros pastorales alcanzados durante estos años como Arzobispo de Santiago. “Antes de entregar el encargo que recibí del Santo Padre, el siervo de Dios Juan Pablo II, de servir pastoralmente a esta querida arquidiócesis de Santiago, quisiera manifestar mi profunda gratitud a Dios por los años que concluyen”, comienza señalando el mensaje.

“Cuando asumí este encargo pastoral, en el mes de mayo de 1998, habían transcurrido veintisiete años de mi vida lejos de mi diócesis de origen, y veinticinco años fuera de Chile. Me maravilló la designación hecha por el Santo Padre. Me sentía muy indigno de ella y poco preparado para asumirla. Sin embargo, la acepté porque quien me lo pedía era el Vicario de Cristo, y lo hacía después de conocer, durante los años en que colaboré con él en la Santa Sede, mis muchas carencias y limitaciones y también los dones que el Señor me había confiado. Si Dios elige a un obispo que no vivió de cerca el drama de su patria, me dije, será porque Él quiere acercarme a cada uno de sus hijos como si no tuviera sombra alguna en su pasado, para que los acogiera a todos, los apoyara y los alentara en el nombre de Jesucristo, consciente de las esperanzas que Dios había depositado en ellos”.

El Cardenal Errázuriz recuerda que desde que llegó a Santiago, recibió como pastor una acogida impresionante. “Experimenté una actitud de fe en esta porción del Pueblo de Dios, que se ha repetido innumerables veces y que agradezco de corazón. Ella ha alimentado mi propia fe en la vocación recibida. Esa acogida y esa actitud sólo puedo explicármelas por la fe de quienes no se detienen ante la singularidad de la persona que el Señor les envía, sino van más allá: descubren en ella al Buen Pastor, al mismo Jesucristo, que viene a guiarlos por los caminos de la vida, la verdad y la paz. Pero además fui sorprendido por la relación cercana, con mucho aprecio, que entablaron conmigo las autoridades del país y también los representantes de otras comunidades cristianas y de otras religiones, conscientes de las valiosas aportaciones de la Iglesia católica para el pueblo de Chile a lo largo de su historia. Así experimenté muchas veces la vocación de Chile como tierra de encuentro; también de encuentro ecuménico”.

Valiosa colaboración

Más adelante, el Cardenal Errázuriz agradece la valiosa colaboración prestada por sus colaboradores, los agentes pastorales consagrados y laicos. “Muchas acciones de la Iglesia en los últimos años que ustedes conocen, fueron iniciativas suyas, que apoyé con admiración y esperanza. Apenas llegué a Santiago, organizado por la Vicaría de la Esperanza Joven, tuvo lugar el encuentro continental de jóvenes, que aportó tanta vitalidad a la pastoral juvenil y enriqueció las relaciones fraternas con países vecinos. De nuestros Obispos Auxiliares, Vicarios episcopales y de nuestros párrocos surgieron a continuación muchas otras iniciativas. Pienso en el Instituto Pastoral Apóstol Santiago, en el periódico ENCUENTRO, y en el ordenamiento de las finanzas de la Arquidiócesis. Recuerdo el Plan de formación de jóvenes y de adultos laicos, y los textos para la pastoral de preadolescentes. Cabe mencionar incontables acciones solidarias, también en la pastoral hospitalaria y en la pastoral carcelaria, en las iniciativas para apoyar en su incertidumbre a mujeres solteras que esperan familia, en la rehabilitación de alcohólicos y drogadictos. Merecen especial mención las iniciativas a favor de la paz social, como asimismo de la religiosidad popular, acogiendo en los santuarios a cientos de miles de peregrinos, y entre ellos, a bailes religiosos y otras asociaciones, y apoyando cordialmente a los cuasimodistas. Entre las iniciativas de los colaboradores cercanos, figuran asimismo la conformación de los consejos pastorales y económicos en las parroquias, y tantas otras, sumamente valiosas, cuyos frutos se acrecentarán con el correr del tiempo”.

Vitalidad de la Iglesia de Santiago

Por otra parte, Monseñor Errázuriz destaca en su mensaje la vitalidad de la Iglesia de Santiago. “Recibí la gracia de llegar a una Iglesia entusiasmada con la preparación y celebración, tan participativa, de su IX Sínodo. Las grandes orientaciones del Concilio Vaticano II, aplicadas a nuestra realidad, emergían con mucha vitalidad en las conclusiones que nuestro Cardenal, don Carlos Oviedo Cavada, había promulgado hacía seis meses antes, un 4 de noviembre (…) El IX Sínodo enriqueció a incontables comunidades vivas. Compartir su viva litúrgica, sus procesos de formación y sus iniciativas evangelizadoras, y compararlas con experiencias de decenios anteriores, me llenaba de esperanza. Eran comunidades parroquiales, de capillas y comunidades de base. Eran comunidades de movimientos eclesiales, en el sentido más amplio de la palabra, y de itinerarios de iniciación cristiana, llenas de entusiasmo por su vocación cristiana y su carisma. También eran comunidades escolares, que se acercaban a la confirmación de miembros suyos. En muchas de ellas, el ardor del encuentro con Cristo y la voluntad misionera hablaban de una conversión muy profunda y de una honda participación en la misión de la Iglesia. Mil gracias a quienes inspiran esos movimientos y esas nuevas comunidades e itinerarios, a quienes orientan y cultivan la vida cristiana en esos colegios, y a los párrocos, vicarios parroquiales, diáconos y catequistas que comparten en las comunidades territoriales su encuentro con el Señor, y las inspiran a fin de que florezca en ellas su vocación cristiana en camino a la santidad y el apostolado”.

Más adelante el Cardenal Errázuriz agradece a todos quienes han colaborado en las distintas actividades e iniciativas pastorales: a los agentes pastorales laicos, a los religiosos y religiosas, a los diáconos permanentes y a los sacerdotes. “Un lugar especial en esta acción de gracias debemos reservarlo para nuestro Seminario Mayor, sus formadores y sus profesores, como también para los seminaristas, que han escuchado y seguido la voz de Cristo que los llamaba”..

“También quisiera agradecer de corazón a nuestro Señor, y a quienes han escuchado y seguido con generosidad su voz en las Escrituras, en el Magisterio y en los desafíos de nuestro tiempo, por el crecimiento del número y la calidad de quienes se comprometen con la causa del matrimonio, la familia y la vida”, indica el mensaje del Cardenal Errázuriz. Y agrega: “En estos años, en que se producen muchos desencuentros entre valores tradiciones de nuestra Patria, y otros que traen consigo el así llamado progresismo y la postmodernidad, fueron innumerables los encuentros que agradezco con los principales constructores de la sociedad en vista del bien común: de la vida y la familia, la pobreza, el trabajo y la educación, la justica, la reconciliación y la paz. Con gratitud a Dios, pienso en los diálogos sobre la abolición de la pena de muerte, la protección de la dignidad de la mujer, la búsqueda de una educación excelente para todos, la reforma de nuestro sistema carcelario y tantos otros”.

Bicentenario

“La preparación y la celebración del Bicentenario –añade el mensaje del Cardenal Errázuriz- fue una ocasión propicia para intensificar el diálogo sobre el Chile, esa tierra fraterna que queremos. Nuevamente fue la iniciativa de numerosos laicos la que se expresó en nuestra Comisión Bicentenario, que convocó al diálogo y el compromiso -en esos espacios de inclusión que fueron las ”Mesas de Esperanza”- a grupos muy representativos de nuestra sociedad: en el ámbito de la política, la comunicación social, el patrimonio y la cultura, el desarrollo, las fuerzas armadas y de orden, la familia, la juventud y los migrantes. Con mucha alegría les agradecemos a todos ellos que hayan querido “soñar, compartir, crear y celebrar en una Tierra de Hermanos”. (…)Colaboramos en las mesas de diálogo y en la búsqueda de la verdad, sobre todo mediante los archivos de la Vicaría de la Solidaridad, para que hubiera justicia y reparación, y para ir más lejos: hacia el perdón y la reconciliación. En la Iglesia surgieron múltiples iniciativas a favor de los más pobres y también de los afligidos por el desempleo y las rupturas familiares; por la enfermedad, la droga y el alcoholismo; por el acoso sexual, la violencia del robo con intimidación, la violencia intrafamiliar e intra-escolar, y por el hacinamiento carcelario. Emociona recordar todas las iniciativas y los esfuerzos realizados a favor de personas tan queridas por Dios precisamente por su sufrimiento, como víctimas de la injusticia, el egoísmo y la inequidad. Por eso celebramos nuestro Bicentenario, trabajando para que Chile fuera una mesa para todos y nuestro compromiso recordara a Cristo, el Buen Samaritano. En este campo, hay y habrá mucho más por hacer, siguiendo el ejemplo de san Alberto Hurtado. Nuestra gratitud se dirige sobre todo a Dios, pero también a todos los pioneros que nos abren camino”.

Gratitud a los sacerdotes

“He dejado para el final a mis colaboradores más cercanos, tanto por su consagración presbiteral como por su incardinación en esta porción del Pueblo de Dios. Me refiero a los sacerdotes diocesanos. Quedé admirado por su generosidad. Los mueve el amor a Jesucristo y a nuestro pueblo, especialmente a los más pobres y desamparados, para no buscar su propio bien, sino el bien de los hijos de Dios. La inmensa mayoría vive sin muchos medios económicos, siguiendo así a Jesús de Nazareth, a su Santísima Madre y a los Apóstoles, que vivieron pobremente. Encontré en ellos un profundo anhelo de mayor formación y de comunidad espiritual y fraterna con los demás sacerdotes. En los encuentros de todo el presbiterio, de zona, de decanatos y de equipos de trabajo, aflora la alegría por el ministerio, el espíritu de comunión, la responsabilidad de servir como pastores a las personas y comunidades que Dios les ha confiado, escuchando sus búsquedas, sus necesidades y la voz de Dios en los acontecimientos de nuestra historia. En ellos encontró un eco muy personal y profundo la canonización y la espiritualidad de san Alberto Hurtado, patrono de los sacerdotes, y la invitación de Aparecida de ser y formar discípulos misioneros de Jesucristo, para que nuestro pueblo con Él y en Él tenga vida abundante. Como Obispo siempre pude contar con su disponibilidad y su colaboración”.

Momentos de dolor

“En estos últimos años, sin embargo, hemos sufrido mucho por otra experiencia, del todo ajena a nuestra vocación: por las denuncias de abusos cometidos por clérigos en diversos países del mundo; también en el nuestro. ¿Qué cosa puede ser más contraria a la voluntad de Dios, cuyos designios son de paz y no de aflicción? ¿Qué puede ser más opuesto a nuestra vocación de hacer presente al Buen Pastor, cercano y delicado con los más débiles, indefensos e inocentes, sobre todo con los niños? Ha sido muy grande el dolor que hemos experimentado, sobre todo por el sufrimiento de las víctimas, ya sea a causa de hechos verdaderos o de denuncias falsas, como también por el desconcierto que cundió en la Iglesia y en la sociedad. No han concluido las investigaciones y los procesos penales que se abrieron; pero pueden tener la certeza del compromiso con la verdad, la justicia y la clemencia con que nuestra Iglesia trata estas situaciones tan dolorosas, de su voluntad de apoyar a las víctimas, y de poner por obra los consejo de los más cercanos colaboradores del Santo Padre en este ámbito”.

“Son dolorosas, muy dolorosas excepciones; si bien no por el hecho de ser pocas, dejan de ser graves, hirientes y escandalosas. La consternación de muchos, sin embargo, nos dice con claridad cuánta confianza ha depositado nuestro pueblo en sus sacerdotes, y cuánto espera de nosotros como hombres de Dios”.

“Intuyo que Dios permitió estos golpes poderosos para que nuestra misión pastoral la realicemos con mucha humildad, sin apoyarnos en el gran prestigio social y cultural del que la Iglesia ha gozado en nuestra patria, sino apoyándonos tan sólo en Jesucristo, la Roca firme, e inspirándonos en el ejemplo de la Virgen María, que se alegraba porque Dios había escogido la pequeñez de su sierva”.

“Estamos iniciando la Misión Continental, porque queremos compartir, por desborde de gratitud y alegría, con quienes no conocen a Jesús, nuestro hermano y salvador nuestra experiencia gozosa de haberlo encontrado. Y al igual que los discípulos de Emaús, después de haber escuchado al Maestro Resucitado, también queremos encontrarlo en la mesa al partir el Pan de la Eucaristía, el pan bajado del cielo para la vida del mundo. Por eso nos unimos a la petición de los apóstoles, reunidos junto a la Virgen María en el Cenáculo, para que el Espíritu Santo sea siempre ese fuego interior y pentecostal que vivifica nuestra vocación filial a la santidad, que construye la comunión, y nos impulsa con su dinamismo misionero”.

“Hemos comenzado a caminar por esta ruta, colmados de alegría y esperanza. En ella crece nuestro anhelo de encontrarnos con Jesús en todos los demás lugares de encuentro: en la vida familiar, en el servicio a los más atribulados, en la comunión de quienes se reúnen en su nombre, en los signos de los tiempos. Pero en este camino el Señor de la Historia, que orienta nuestros pasos, nos dijo que nos faltaba un lugar de encuentro, que es propio del cristianismo. Nos invitó a encontrarlo también en la cruz. Las circunstancias me hicieron recordar unas palabras muy sabias de quien fuera mi padre espiritual, el P. José Kentenich: La Iglesia, que es Esposa de Cristo, sólo se renueva cuando renuncia a apoyarse en poderes de este mundo, y se apoya tan sólo en su Esposo, el Señor, que murió y resucitó por nosotros”.

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Fuente: DOP Santiago - www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 08 de Enero, 2011

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