Monseñor Ricardo Ezzati señaló que un año nuevo es siempre una gracia
Monseñor Ricardo Ezzati señaló que un año nuevo es siempre una gracia

Junto con dar gracias a Dios, principalmente por el don de la vida frente a un año 2010 muy desafiante, Monseñor Ricardo Ezzati, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile; Arzobispo electo de Santiago y Administrador Apostólico de Concepción, dijo que un “nuevo año es siempre una gracia y una oportunidad” y llamó a la comunidad cristiana a tener mucha fe y esperanza en el año 2011.

Monseñor presidió una Eucaristía de Acción de Gracias, en el templo catedral de Concepción, al concluir el año, señalando en su homilía que el año 2010 “ha sido un año particularmente desafiante para todos, pero también ha sido un año en el cual el Señor no ha dejado de estar presente, ofrececiéndonos constantemente pruebas evidentes de su amor providencial, de su cercanía de Padre, de su presencia salvadora”.

Subrayó respecto a que cada 31 de diciembre, “estamos invitados a reconocer el paso de Dios en nuestra propia historia y en nuestra vida personal y familiar”. Manifestó que en primer lugar, es importante agradecer el don de la vida. “Cuánta gracia del Señor, a lo largo de este año, para que el hogar sea, de verdad, el santuario de la vida, del amor, del crecimiento”.

Afirmó que “mirando lo que ha sucedido a lo largo de este año, tan probado, tan desafiante en tantas situaciones, podemos darle gracias a Dios, porque la naturaleza que se ha rebelado, nos ha hecho tomar conciencia del don de la fraternidad y de la solidaridad; porque la adversidad que han vivido algunos hermanos, metidos allá en el corazón de la tierra, ha hecho surgir tantos y tantos gestos de amor y de solidaridad”.

Agradeció también, “porque en medio de conflictos, los conflictos propios de la vida, hemos podido encontrar caminos de entendimiento, caminos de paz y hemos podido reconocer la fecundidad de fieles, el camino de las Bienaventuranzas del Evangelio, que nos invita a ser pobres de corazón y a buscar la justicia y la paz”.

Se refirió, además, que al interior de la Iglesia, hay profundos motivos para dar gracias a Dios. “En nuestras comunidades, en la Iglesia Universal, cuántos motivos para reconocer que quien conduce la Iglesia es el espíritu del Señor y siempre la conduce a través de los vaivenes de la historia por el camino de la virtud y de la santidad, por el camino de la fidelidad”.

Recalcó que éste es un tiempo para pedir perdón y reconocer las fragilidades. “Tenemos que reconocer delante del Señor nuestra precariedad y nuestras debilidades, pero al mismo tiempo, el término de un año, abre las puertas a un año nuevo y entonces también estamos llamados a tener esperanza y confianza en el año 2011”.

Indicó que “para el cristiano, el tiempo es una gracia, es una oportunidad, que el Señor nos regala para hacer de este tiempo un camino de crecimiento espiritual, un crecimiento de santidad, un crecimiento de donación a los demás. Es un tiempo para crecer en la fe; tiempo para crecer en la comunión, para crecer en el amor de la familia; para crecer en la solidaridad”.

Expresó que un año nuevo es siempre una gracia y una oportunidad, “porque el Señor quiere que nuestra mente y nuestro espíritu se impregne en la esperanza que hemos sembrado en Belén, adorando al Niño Dios”.

Llamó a pedirle con humildad al Señor, la bendición para un año que se inicia con la celebración de la festividad de María Madre de Dios y un inicio en el Papa Benedicto XVI entrega a la Iglesia Universal su mensaje en el Día de Oración por la Paz. “Este año, el Papa a partir de tanto problemas vividos en circunstancias difíciles para la Iglesia, especialmente, en perseguir en el Oriente (Turquía, Irak) y en otras partes, una Iglesia que ha sufrido mucho, incluso, muertes violentas, nos invita a orar para que en todos los pueblos, la libertad religiosa sea respetada y para que la libertad religiosa pueda alimentar el corazón de cada persona a vivir como un ciudadano comprometido con la construcción de la historia de su propio país. La religión y la fe jamás debieran ser un obstáculo a la unidad y a la colaboración; muy por el contrario, la fe, nuestra fe cristiana, nos impulsa a ser hombres y mujeres comprometidos con la historia del país; comprometidos con el bienestar de todos, trabajando en primera persona para que todo hombre y toda mujer pueda alcanzar el alto grado de dignidad humana a la cual ha sido llamado”, concluyó.

Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 01 de Enero, 2011
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