Los grandes desafíos en la agenda social de la Iglesia
Los grandes desafíos en la agenda social de la Iglesia

Al término de un intenso año marcado por grandes tragedias, el Obispo Presidente de la Pastoral Social Caritas, Mons. Manuel Camilo Vial, realiza un balance del trabajo realizado y pasa revista a los principales desafíos para el año 2011.

El obispo de Temuco cree que cualquier mirada al año que hemos vivido requiere una palabra de gratitud: “Quiero agradecer a todos los han colaborado en nuestra labor durante este año y han canalizado su solidaridad y han creído en la Pastoral Social Caritas como un instrumento para ir en la ayuda de los más necesitados”.

- ¿Cuál es la evaluación que hace, desde la Pastoral Social Caritas, al intenso año que termina?

El 2010 fue un año complejo en muchos desafíos que han provenido de distintas fuentes. Por una parte iniciamos el proceso de aplicación de las orientaciones de Aparecida que hacen un llamado a renovar la Pastoral Social, a darle una nueva estructura y hacerla más integral. Como segundo punto, apareció también otro desafío que es el mandato de los Obispos y equipos diocesanos para hacer un trabajo de integración entre la Conferencia Episcopal y el equipo de Caritas en la idea de fortalecer nuestro trabajo. Y un tercer desafío ha sido el terremoto y maremoto de febrero, y sus gravísimas consecuencias. Esos tres grandes ejes nos permiten evaluar nuestra labor.

Al respecto, quisiera llamar la atención sobre dos aspectos:
Por una parte, fue precisamente el proceso de integración que vivimos el que nos permitió dar una respuesta rápida y eficiente frente a la catástrofe y eso se dio por la capacidad de estar en redes a nivel nacional, con la Caritas Internacional , los equipos diocesanos y los organismos públicos. Todo ello nos permitió actuar como equipo usando nuestro potencial y dando una respuesta rápida y efectiva. Actuamos como familia en un año de dolor, la Pastoral Social Caritas fue capaz de aportar esperanza y acompañar a las comunidades desde su identidad, promoviendo la dignidad y los derechos de las personas.

- ¿Qué lecciones quedan, a su juicio, en los variados temas en materia social que siguen pendientes como la seguridad laboral, la relación con el pueblo mapuche, entre otros?

El Bicentenario con sus aspectos positivos y lo mucho que hay que agradecer dejó a la luz grandes desafíos. En primer lugar el desafío de la pobreza. Hemos insistido mucho en el desarrollo del país, en el ingreso per cápita, en el lugar que ocupamos en el ranking de Desarrollo Humano, pero no podemos negar que una parte importante de la población sufre condiciones indignas de pobreza y podemos identificar rostros concretos: un cuarto de los niños son pobres, un número importante de mujeres, de indígenas. Hay sectores sociales que se encuentran imposibilitados de desarrollarse. Se hace sumamante necesaria una buena ley laboral para resolver muchos temas pendientes y en ese sentido le pediría a los políticos esfuerzos y generosidad para llegar a acuerdos, dejando de lado los intereses políticos personales y partidistas.

Junto con la pobreza se mantiene lo que los Obispos hemos denunciado y que es la escandalosa desigualdad que se da en el ingreso, en las oportunidades y en posibilidades de desarrollo. Éstas son insostenibles, ofensivas y afectan el desarrollo de la sociedad en su conjunto. Solucionar este drama pasa por resolver otros temas como enfrentar el acceso a la educación, que sea para todos, también está mejorar la calidad y las condiciones del trabajo, y tantas otras metas que la Iglesia ha propuesto en estos últimos años.

Un tercer elemento es cómo hacer un desarrollo que sea menos dañino con el medioambiente y que sea sustentable. Que sea más equitativo no sólo con las generaciones contemporáneas, sino también con las generaciones futuras.

- Como Obispo de Temuco, ¿considera que los pasos dados en el denominado “conflicto mapuche” son suficientes?

Sin duda la política indígena trabajada por los gobiernos no han sido acertadas. Hay una incomprensión del fenómeno de los pueblos originarios en Chile, de que somos una sociedad multicultural, multiétnica y no se valora lo suficiente la riqueza que suponen estos pueblos para nuestra sociedad. De todo lo realizado en el último tiempo se pueden destacar los diálogos nacionales, regionales y comunales, así como la entrada en vigencia del Plan Araucanía. Sin embargo, se requiere un diálogo en igualdad de condiciones de respeto. No pueden seguir elaborándose políticas públicas sin considerarlos. En esto hay experiencias dentro de la Iglesia. Las diócesis del sur han elaborado documentos en la perspectiva de proponer un Nuevo Trato con los pueblos indígenas desde la valoración de la diversidad y sobre la base del respeto hacia sus valores y derechos.

- Ante el gran dolor por la tragedia vivida en la cárcel de San Miguel, ¿de qué manera la Pastoral Social Caritas continuará en el acompañamiento de las personas que permanecen privadas de libertad?

En primer lugar, hay que destacar la importancia que siempre debemos dar al acompañamiento en el mundo de las cárceles, dónde están los más excluidos, los más pobres, es decir los preferidos de Jesús, y debemos mejorar nuestra respuesta pastoral hacia ellos.

Por otra parte creo que hay que sumarse con más fuerza junto a otros sectores de la sociedad, para realmente mejorar las condiciones de vida en las cárceles. La indignidad en que viven los privados de libertad en insostenible y ello lleva a que se genere más delincuencia, lo que impide un rol rehabilitador.
También hay que mirar más globalmente este asunto: preguntarse, por ejemplo, por qué tantos jóvenes caen en la delincuencia y probablemente eso tiene que ver con las condiciones de inequidad, de falta de oportunidades. El desafío es generar una sociedad más equitativa que permita realizar una prevención eficaz de la delincuencia.

- ¿Qué acentos propone la Pastoral Social Caritas para el año 2011? ¿Cuáles serán los interlocutores prioritarios?

La Pastoral Social realiza su servicio en el marco de las opciones de la Iglesia en general y la Iglesia hoy día está en un tiempo de misión, de escucha y acogida, de diálogo con el mundo. Una Iglesia que sale a anunciar con su testimonio nuestro encuentro con Jesús; diríamos que sale a evangelizar y también a ser evangelizada; a transformar la vida de las personas, pero también a dejar transformarse. Y en ese marco un línea fundamental de nuestra misión es la cercanía con el mundo de los pobres, con la tarea de ayudar a la dignificación de estos hermanos y hermanas más necesitados. Y para este 2011 se han planteado tres interlocutores privilegiados:

Los primeros son los jóvenes vulnerables: cómo destacamos lo positivo de ellos, sus potencialidades, cómo les abrimos oportunidades y cómo revisamos las políticas públicas para mejorar sus condiciones.

El segundo grupo son los migrantes: en un mundo globalizado tenemos que abrirnos al aporte que hacen los migrantes a nuestra sociedad, dejar de verlos como un problema. Ahí está el principal desafío: generar una cultura de acogida, de reciprocidad que debería reflejarse en una política migratoria, así como agradecemos a los países que acogen a miles de chilenos.

En tercer lugar, una opción permanente de la Iglesia y que los acontecimientos dramáticos vividos en el último tiempo confirman, es el mundo de los privados de libertad y sus familias. Si ya tienen una pena que cumplir, no es posible que además de esa pena tengan que vivir en condiciones que resultan indignas para cualquier ser humano. Hay que replantear cambios profundos al sistema carcelario, de manera que realmente contribuya a la rehabilitación y no sea una escuela del delito como lo es ahora.

Fuente: Comunicaciones Pastoral Social Caritas
Santiago, 31 de Diciembre, 2010
Galerías Fotográficas

 MCV

Especiales de Iglesia.cl