El Pontífice quiso hacer estas reflexiones presicamente este domingo, que en Italia se celebra la “Jornada de Acción de Gracias” por las cosechas, así como la rciente celebración del G20 en Seúl.
De hecho, rezó para que “estas reflexiones puedan servir de estímulo a la comunidad internacional”.
“La crisis económica actual, de la que se ha tratado también en estos días en la reunión del llamado G20, debe tomarse en toda su seriedad: esta tiene numerosas causas y manda una fuerte llamada a una revisión profunda del modelo de desarrollo económico global”.
Esta crisis no es más que un “síntoma agudo” en un modelo que ya no funciona, y que “se ha añadido a otros también graves y ya bien conocidos, como el perdurar del desequilibrio entre riqueza y pobreza, el escándalo del hambre, la emergencia ecológica y, actualmente también general, el problema del paro”.
En este contexto, el Papa afirma que “parece decisivo un relanzamiento estratégico de la agricultura”.
“De hecho, el proceso de industrialización a veces ha ensombrecido al sector agrícola, el cual, aún tomando a su vez beneficio de los conocimientos y de las técnicas modernas, con todo ha perdido importancia, con notables consecuencias también en el plano cultural”.
Esta revalorización de la agricultura no debe hacerse “en sentido nostálgico”, sino “como recurso indispensable para el futuro”, afirma Benedicto XVI.
Se trata también, sugiere, de la mejor estrategia posible, en lugar de blindar los mercados y perpetuar un modelo obsoleto.
El Papa advierte, en este sentido, contra “la tentación para las economías más dinámicas es la de recurrir a alianzas ventajosas que, con todo, pueden resultar gravosas para los Estados más pobres”.
Este “blindaje” no haría sino prolongar “situaciones de pobreza extrema de masas de hombres y mujeres y agostar los recursos naturales de la Tierra, confiada por Dios Creador al hombre – como dice el Génesis – para que la cultive y la custodie”.
Además, afirma, “a pesar de la crisis, consta aún que en los países de antigua industrialización se incentivan estilos de vida marcados por un consumo insostenible, que resultan también dañinos para el ambiente y para los pobres”.
“Es necesario apuntar, por tanto, de forma verdaderamente concertada, sobre un nuevo equilibrio entre agricultura, industria y servicios, para que el desarrollo sea sostenible, no falte a nadie el pan y el trabajo, y el aire, el agua y los demás recursos primarios sean preservados como bienes universales”, exhorta el Pontífice.
Por ello, afirma que es fundamental en estos momentos “cultivar y difundir una clara conciencia ética a la altura de los desafíos más complejos del tiempo presente; educarse todos a un consumo más sabio y responsable; promover la responsabilidad personal junto con la dimensión social de las actividades rurales, fundadas en valores perennes, como la acogida, la solidaridad, en compartir el cansancio en el trabajo”.
“No pocos jóvenes han elegido ya este camino; también muchos licenciados vuelven a dedicarse a la empresa agrícola, sintiendo responder así no solo a una necesidad personal y familiar, sino también a un signo de los tiempos, a una sensibilidad concreta por el bien común”, concluyó.
Fuente: www.zenit.org