Numerosos fieles llegaron hasta la parroquia El Sagrario, a un costado de la Catedral Metropolitana, la fría noche del martes 12 de octubre para participar de la misa presidida por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, con la cual Iglesia de Santiago inició una vigilia de oración ininterrumpida hasta que sean rescatados todos los mineros atrapados en el yacimiento San José, en las cercanías de Copiapó.
La eucaristía fue concelebrada por Monseñor Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso, por los tres Obispos Auxiliares de Santiago: Mons. Andrés Arteaga, Mons. Cristián Contreras Villarroel y Mons. Fernando Chomali. También concelebraron los Vicarios Cristián Precht, Javier Manterola, Miguel Hoban, Fernando Vives y Mark Burzawa, y además de otros sacerdotes.
Entre los fieles asistentes, destacó la presencia del subsecretario de Minería, Pablo Wagner, y de su esposa.
“Con nuestra oración queremos estar unidos a estos 33 mineros y a sus familias, precisamente unidos en la oración, implorándole al Señor que los pueda traer a la superficie a todos ellos, que no tengan ningún contratiempo con su salud una vez que salgan y que esta vida, que para ellos será una vida nueva que comienza, cuente en todo momento con toda la bendición de Dios. Que sea una vida de familia, muy feliz. Queremos rezar por este rescate y al mismo tiempo por la vida que comienza en ellos”, señaló el Cardenal Errázuriz al inicio de la Misa.
Una buena noticia
La homilía estuvo a cargo de Monseñor Cristián Contreras Villarroel, quien reflexionó desde las enseñanzas del Evangelio de San Juan 3, 1-8 sobre la experiencia de rescate que viven estos mineros y sus familias. “El pasado domingo 22 de agosto Chile entero fue testigo de un hecho inédito, histórico y maravilloso a la vez. Tras 17 días atrapados en una mina a casi 700 metros de profundidad, 33 hombres dieron señales inequívocas de vida y rompieron la angustia del silencio y el temor. Muchos ya daban por muertos a estos mineros, e incluso algunos discutían si valía la pena o no seguir buscándolos. Sabemos que en otras latitudes, ante similares dramáticas situaciones, se puso sencillamente una lápida. En Chile, no fue así", comenzó señalando Monseñor Contreras. Y agregó: “Fue por medio de un precario trozo de papel que los mineros enviaron un mensaje que se hizo buena noticia. Miles de personas leímos a través de las pantallas de televisión aquel mensaje que rezaba: “Estamos bien en el refugio los 33”. La información se diseminó vertiginosamente por todo el país. Se difundió incluso más rápido que las desgracias y los escándalos que suelen copar las portadas de noticias. Las imágenes cruzaron en pocos instantes las fronteras nacionales y acapararon la atención mundial.Los 33 estaban vivos, y la angustia de más de dos semanas dio paso a un júbilo colectivo. No sólo estaban vivos, sino que en un primer contacto, preguntaron por la suerte de otros trabajadores que estaban en la mina al momento del colapso: una lección de solidaridad y de auténtica chilenidad”.
Monseñor Contreras continuó señalando que no fue sólo a través de los medios de comunicación de masas que la gozosa noticia se esparció en cuestión de segundos. “Hombre y mujeres, niños y ancianos, familias enteras salieron a celebrar a las calles, se juntaron en plazas públicas, y desde las alturas de los edificios se escucharon personas clamando: “¡Están vivos, están vivos!, ¡Milagro! ¡Gracias a Dios!”. Y es que una noticia tan buena como ésta, simplemente, no podía contenerse. Todos querían proclamarla, todos querían comentarla, todos se alegraron y se conmovieron con el anuncio de que la vida había triunfado sobre los peores pronósticos de muerte y tragedia”
“Esta imposibilidad de contener el gozo, un gozo que urge ser participado a los demás, es un ejemplo de lo que los Obispos latinoamericanos identificaron como un desborde de gratitud y alegría (Documento de Aparecida, 14). En la Conferencia de Aparecida se refirieron a este desborde como aquella actitud natural y fundamental a partir de la cual los cristianos estamos llamados a comunicar por doquier el don de nuestro encuentro con Jesucristo. Quienes nos hemos encontrado con el Señor tenemos la certeza de que su Buena Noticia, su Evangelio, es el mejor mensaje que podemos llevar al mundo, es la gran luz para quienes viven en tiniebla y en sombras de muerte. Es una noticia que da plenitud y sentido mayor a toda otra información positiva que impacte en la sociedad”, señaló Monseñor Contreras en su homilía. (Ver texto completo de la homilía).
Primer minero rescatado
La Misa culminó pasada la medianoche y en momentos en que el primer minero, Florencio Ávalos, llegaba a la superficie. El Cardenal Errázuriz pudo ver ese emotivo instante por un monitor del equipo móvil de Canal 13 que se ubicó en la Plaza de Armas, en compañía de los obispos, vicarios y sacerdotes que concelebraron la misa, además de numerosos transeúntes que se encontraban en el lugar. Mientras la transmisión mostraba a la cápsula con el joven minero, el grupo dada gracias a Dios por este verdadero milagro. Fue entonces cuando el rezo del Padre Nuestro se mezcló con un sonoro ceacheí… y las campanas de la parroquia El Sagrario replicaron anunciando la buena noticia a la ciudad.
Sigue vigilia
La vigilia de oración y Adoración al Santísimo continuará hasta que el minero número 33, Luis Urzúa, sea rescatado. En este sentido, Monseñor Cristián Precht, Vicario General de Pastoral del Arzobispado de Santiago, invitó a los fieles de la capital, a las comunidades parroquiales, de colegios católicos y movimientos apostólicos a concurrir hasta la Parroquia El Sagrario y ofrecer sus oraciones por el éxito del rescate de todos los mineros.
Ver Homilía
Fuente: DOP Santiago