Cientos de fieles llegaron hasta la explanada del Santuario de San Alberto Hurtado, ubicado en la comuna de Estación Central, en la tarde del miércoles 18 de agosto, para participar de la solemne eucaristía con que la Iglesia conmemoró los 58 años del fallecimiento del fundador del Hogar de Cristo, ocurrida el 18 de agosto de 1952.
La eucaristía fue concelebrada por el provincial de los jesuitas, Padre Eugenio Valenzuela; el rector del santuario y secretario ejecutivo de la fundación Padre Hurtado, Padre Paul Mackenzie; el capellán del Hogar de Cristo, Padre Agustín Moreira, y cerca de treinta sacerdotes.
Al comenzar la misa, el Cardenal Errázuriz invitó a recordar la pregunta del Padre Hurtado “qué haría Cristo en mi lugar” y mirar a tanta gente en el país “que necesita un hogar, porque Cristo está sin hogar entre nosotros”.
La homilía estuvo a cargo del provincial de la Compañía de Jesús, Padre Eugenio Valenzuela, quien dijo que el Padre Hurtado fue “un hombre que con su vida y testimonio nos mostró el verdadero rostro de Dios, al mismo tiempo que nos enseñó a descubrir a Cristo en nuestros hermanos. Con alegría, lo reconocemos como una visita de Dios entre nosotros, un Padre de la Patria que, junto a otros hombres y mujeres a lo largo de nuestra historia, ha contribuido a construir el alma de Chile”.
La exclusión y la desigualdad persisten
Agregó que “el Padre Hurtado es uno de aquellos que a lo largo de nuestra historia se han preocupado de que cada hombre y mujer de esta tierra sea tratado con la dignidad que se merece. Hombres y mujeres que han luchado para que en esta mesa haya lugar para todos, tanto para aquellos que estaban sentados a la mesa mucho antes de la declaración de la independencia de nuestro país, como para quienes llegamos mucho después buscando un lugar en esa mesa”.
Luego, el religioso jesuita señaló que “lo que hemos vivido a lo largo de estos meses ha estado marcado por situaciones que no siempre queremos mirar. El terremoto y maremoto nos ha mostrado los desiguales estándares con que habíamos construido, la vulnerabilidad y pobreza de tantos. La exclusión y la desigualdad persisten en nuestro país. Hace unas semanas la reacción que vimos ante la petición de indulto de nuestros pastores explicitó que la compasión y solidaridad que experimentamos en torno al terremoto no alcanza para aquellos hermanos nuestros privados de su libertad, hacinados, en condiciones injustas y poco humanas”.
Mirar con los ojos de Dios
El Padre Eugenio Valenzuela expresó también que “estamos conmovidos con las familias de los mineros atrapados bajo tierra” y expresó su confianza en que haya un compromiso “por revisar las situaciones laborales en que trabajan muchos”. Añadió que “la situación de los 34 hermanos mapuches en huelga de hambre hace más de un mes, casi totalmente ausente de los noticieros y diarios, nos invita a revisar el trato que les damos o las leyes que aplicamos”.
Más adelante, recordó que “también nuestra Iglesia pasa por momentos difíciles, duros, para muchos, de crisis. Ya sea una crisis o un golpe duro, para la mayoría supone un duelo que quisiéramos ver como una oportunidad. En tiempos como los actuales, lo que el país necesita de nosotros es que al igual que el Padre Hurtado seamos hombres y mujeres capaces de mirar lo que está sucediendo con los ojos de Dios”.
Durante el ofertorio fueron llevados al altar mayor de la explanadla bandera de Chile y libros escritos por el Padre Hurtado, junto con el pan y el vino.
Al término de la eucaristía, el Cardenal Errázuriz pidió a Dios la bendición para “todos los miembros de la Compañía de Jesús, para todos los pobres que llegan a este lugar, para quines vienen con espíritu solidario como voluntarios para hacerles cercanos tanto el amor de Cristo como la acogida que les quiere brindar en su hogar”. El Arzobispo de Santiago pidió también una bendición especial para los mineros atrapados en la mina San José y sus familiares y por todos los que sufren por diversas razones en el país.
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Fuente DOP www.iglesiadesantiago.cl