Con una eucaristía que se celebró en la parroquia San José, porque la catedral está dañada por el terremoto del 27 F, los penquistas recibieron la imagen acompañada del Evangelio de Chile, dos signos de la Iglesia chilena, en el año del Bicentenario y de la Misión Continental.
“La visita de la Virgen del Carmen, reina del consuelo, viene a visitarnos y esta visita tiene un significado muy profundo desde la perspectiva eclesial, porque es la madre de la Iglesia, pero también desde la perspectiva humana después de lo que hemos vivido en el terremoto, ella viene a decirnos que en sus brazos está el Salvador, la esperanza cierta que tenemos para construirnos como personas y también como país de hermanos”, dijo Monseñor Ezzati.
“Cuando la Virgen llegó a Concepción, fue acogida por los jóvenes que estuvieron durante toda la noche y en la madrugada pude concluir la vigilia con ellos. Les he dicho a los jóvenes que la Virgen nos recuerda cómo construir nuestra vida, fundada en Jesucristo, el Hijo que ella tiene en sus brazos, fruto bendito de su vientre y que viene como madre de todos para construir solidaridad y familia. De tal manera que Chile sea, de verdad, una mesa para todos, como hemos propuesto los obispos en nuestros últimos mensajes y para este año de misión continental”, agregó.
Manifestó que para Concepción tiene también un significado muy particular, “puesto que somos una de las regiones que ha sufrido más los efectos del terremoto y el maremoto y ella justamente viene a fortalecer el corazón de la gente y al mismo tiempo, para solicitar y reforzar los vínculos de solidaridad que nos hace más hermanos y nos abren a las necesidades de los demás”.
En un gesto especial, Monseñor Ezzati pidió, en esta oportunidad, a Monseñor Pedro Ossandón, Obispo auxiliar, que hiciera la homilía de la celebración. Junto con agradecer monseñor Ossandón calificó de “visita preciosa”, la presencia de la Virgen, “porque es nuestra madre, reina y patrona de Chile. Ella siempre está con nosotros, nos da los mejores consejos. Necesitamos su consuelo, porque grande ha sido el desconcierto y el sufrimiento con el terremoto. Ella nos trae al menos tres gracias: primero, a Jesucristo, el Hijo de Dios; ella es un regalo del Papa Benedicto XVI y con su presencia nos une al Santo Padre y nos motiva a renovar el amor y comunión con el Papa y con la Iglesia; y finalmente, nos trae el consuelo a todos, especialmente a los damnificados”.
Al concluir la celebración, Monseñor Ezzati agradeció la venida de la Virgen por su presencia consoladora. “A nombre de toda la Iglesia de Concepción, quiero agradecer a la Virgen la presencia materna. En mi vida, es la segunda oportunidad en que participo de una peregrinación de la Virgen. La primera vez fue al terminar la II Guerra Mundial, cuando una imagen peregrinó para construir la reconciliación y la paz entre los pueblos. Como la vida de todo cristiano, también cada uno de nosotros, yo he vivido una experiencia muy particular en relación con la Virgen María. Fue una experiencia de niño. Mi madre al quedar viuda, quiso entregarle a la Virgen el signo del amor a su esposo y el signo de amor a la familia y me pidió que, siendo el niño más pequeño de la casa, pusiera en las manos de la Virgen, su anillo nupcial. Nunca me olvidé de esa imagen, aunque tenía poco más de tres años y medio y yo sentí que la Virgen, en ese momento, me tomaba, ciertamente bajo su protección, y poco a poco en la historia de mi vida he ido descubriendo cómo su presencia materna me ha marcado constantemente. Estoy convencido que mi vocación de sacerdote comenzó a manifestarse en ese momento. Hay una serie de coincidencias que pudiera decir, bueno, son coincidencias, pero yo lo veo como un signo muy especial también de la Virgen. Yo fui consagrado obispo un 8 de septiembre, fiesta de la Virgen, así que hay una vinculación espiritual, muy cercana a ella y que me ha llevado también, en mi vida sacerdotal, y en mi vida de obispo, una preocupación muy especial a divulgar la devoción de la Virgen y para levantar en varios lugares, también de Chile, santuarios y signos de devoción a la Virgen María”.
Monseñor selló su gesto diciendo a la comunidad presente: “En nombre de todos los católicos del campo, del mar, de las islas, colocaré en el corazón de la Virgen, el regalo que nuestra diócesis le quiere hacer hoy. Hemos pensado en algo muy original de esta tierra nuestra, en una piedra cruz, que en nombre de toda la Iglesia de Concepción, colocó al cuello de la Virgen, como regalo, como gratitud muy humilde, pero de todo corazón y muy sincera, por su presencia entre nosotros”.
Fuente: Comunicaciones Concepción