En medio de ramos de olivos y laurel mezclados con aromáticas hierbas silvestres, sostenidos en alto por la masiva feligresía en la plaza Independencia, Monseñor Ezzati expresó con fuerza: “Hoy hemos queridos imitar la actitud de los niños y del pueblo de Jerusalén, aclamando al hijo de David, el Señor de la historia” y agregó: “Jesús, hoy, entra solemnemente en nuestra ciudad y nosotros estamos aquí, para aclamarlo como rey y Señor. Jesús es el único salvador, aquél que nos regala la esperanza que no engaña; Aquel que nos regala los bienes que ni la naturaleza ni la mano del hombre pueden destruir. Estamos aquí para decirle que lo queremos acoger; que queremos que Él sea la consistencia de nuestra vida, de nuestra ciudad y de nuestro pueblo”.
Reforzó su mensaje diciendo que “la Iglesia de Chile, desde Arica a Punta Arenas, aclama al Señor para decirle gracias, gracias por la bondad, la generosidad y el servicio solidario que tantas personas nos han prestado a lo largo de este mes; quiero pedirle también que sea Él el cimiento de nuestra esperanza”.
“Entre nosotros hay gente del Ejército, de la Armada, de Carabineros, de la Policía de Investigaciones; hay personas del voluntariado como Bomberos, y de muchos grupos de buena voluntad. A todos ellos, gracias por ese corazón abierto y generoso. Sé que han venido de muchos lugares, desde Iquique, La Serena; desde Temuco, de todo el país y he escuchado su deseo de servir y su disponibilidad para tender la mano a quienes más lo necesitan. Muchas gracias a todos”, recalcó.
Dijo que este gesto y su presencia es un gran signo de ese anhelo que queremos todos: “vivir como un pueblo conciliado; mirarnos a la cara como hermanos y hermanas que quieren tender su mano para construir esa mesa grande común, la mesa de la fraternidad”.
Subrayó que como Obispo de esta diócesis, ha podido descubrir muchos gestos de solidaridad y de cercanía, algunos muy simples, pero otros muy heroicos. “Todo gesto de bondad es el gesto de la inocencia de Dios que es nuestro Padre y yo quisiera invitarlos a todos, en primer lugar a mi mismo, a que multipliquemos estos gestos de fraternidad y de solidaridad, que es lo más noble que Dios ha sembrado en el corazón humano”, afirmó.
Pidió, de manera especial a mirar la imagen de la Virgen que está en la cúspide de Catedral. “Los invito a mirar sus manos abiertas dispuestas para ayudar. Los invito a imitar la actitud de María, que se ha hecho servidora de la humanidad para ser más cercanos del amor de Dios”.
Finalmente, sostuvo que en Semana Santa es un momento especial para acercarse al Señor. “Inclinémonos humildemente de rodillas delante de Él, para pedirle humildemente también el perdón por nuestras faltas, pero sobre todo para recordar nuestro propósito de ser su pueblo santo que camina con esperanza, construyendo amor y solidaridad, fundados en su único gran mandamiento, el mandamiento del amor”, concluyó.
Fuente: Comunicaciones Concepción
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