El antiguo campanario de la parroquia San José de Arauco, símbolo de la historia de la iglesia y evangelización de la zona, icono y postal de Arauco sucumbió en el terremoto del 27 de febrero último, pese haber soportado los terremotos del 39 y del año 60.
El antiguo campanario sufrió daños totales y se derrumbó por completo; una de las vigas cayó sobre el pórtico de la parroquia, provocando deterioros, pero sin causar el colapso de éste. Y así como este templo otros de la provincia de Arauco también sufrieron daños totales y parciales. La tarea de reposición y mejoramiento será larga.
La parroquia San Matías- que es un monumento nacional- sufrió daños serios en el interior y una opinión técnica preliminar reconoce que su restauración será costosa. Otros templos de Concepción deberán ser demolidos o restaurados. Es lamentable, por cierto, los daños sufridos por el templo del santuario de San Sebastián de Yumbel, lo que hace pensar desde ya en un proyecto nuevo. A propósito, se analiza la celebración de San Sebastián en la llamada festividad del 20 Chico, el próximo 20 de marzo.
En el plano humano, hay que destacar el trabajo de algunos párrocos y sacerdotes frente a la tragedia. Desde el primer momento han estado dedicados en llevar ayuda material y llevar consuelo y esperanza a muchas familias de distintos lugares amagados. En Lota, el párroco acogió en su casa a una familia española en misión, con siete hijos. Otras familias de la zona minera perdieron sus viviendas y están en carpas por tiempo indeterminado por ahora. La Iglesia está acompañando a muchas de estas familias.
Más al sur, en la provincia de Arauco, el terremoto provocó cortes y daños estructurales de la única vía de conectividad, lo que hace difícil la entrega de ayuda a sectores alejados, pero la cercanía de las parroquias y comunidades eclesiales será fundamental para llegar a ellos. Los párrocos son claves en esta tarea de solidaridad.
En algunas parroquias, por seguridad, se celebra la misa fuera de los templos y los párrocos están trabajando arduamente en la coordinación de la ayuda en alimentos y otros implementos de urgente necesidad. En este sentido, durante una visita a la zona de Arauco se apreció el compromiso de sacerdotes y grupos organizados de las parroquias de Curanilahue, Lebu y Cañete que atiende Tirúa. Se observó el trabajo conjunto con autoridades y en el caso de Cañete, Juan Carlos Paul, dueño de dos avionetas, dispuso un servicio de apoyo especial para atender a los habitantes de Isla Mocha, tanto para llevar ayuda e incluso para el traslado de algunas personas fallecidas hacia el continente.
Fuente: Comunicaciones Concepción
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