Mons. Pablo Lizama: "la caridad es un eje del desarrollo de los pueblos"
En el 119 aniversario de Chile
Mons. Pablo Lizama: "la caridad es un eje del desarrollo de los pueblos"

Destacando el ejemplo de la juventud, como un llamado a la esperanza y al compromiso fraterno realizó Monseñor Pablo Lizama en la acción de gracias por las Fiestas Patrias.

El optimismo en la actual juventud fue el centro de la prédica de Monseñor Lizama este 18 de Septiembre, argumentando desde la proclamación de la Independencia y pasando por Monseñor Luis Silva Lezaeta, primer obispo de la Iglesia local, desarrolló su propuesta para que Antofagasta siga creciendo como ciudad, involucrando a todos quienes viven en ella, tanto las autoridades y en especial a las personas.

Fue por ello que destacó que los prelados de Chile han usado la imagen de “una mesa para todos”, porque es “donde debe haber un lugar para cada uno de nosotros, donde con dignidad cada uno sienta al otro como hermano y tenga el pan suficiente. Pero lamentablemente, dejamos fuera de esta mesa y excluimos a muchos: a los pobres, a los viejos, a los que no piensan como yo, a los hijos no deseados. Echamos de esta mesa que es Chile para sentarnos los que tenemos cultura, salud, para los que nos bastamos a nosotros mismos”.

Agregó que es necesario “agradecer a Dios de tanto que nos ha dado, queramos comprometernos que en el lugar que ocupemos en esta patria nuestra, trabajaremos con mayor y renovados esfuerzos por los más postergados de esta sociedad que nosotros mismos hemos formado”.

Destacó que la caridad es un eje del desarrollo de los pueblos, tomando como base la encíclica del Papa Benedicto XVI, “Caritas in Veritate”, subrayó que “es el crecimiento integral del hombre que Dios quiere y que está en cada persona y en toda la humanidad. No se trata por tanto, de cualquier desarrollo. De ahí la importancia de la fraternidad y solidaridad, resaltando el mundo juvenil, signos de un compromiso social son jóvenes que dejando parte de sus vacaciones van donde hermanos más necesitados a acompañarlos, a compartir su fe con ellos, a experimentar en carne propia las limitaciones en nuestros cerros especialmente de vivir sin agua, sin luz, con el polvo de la calle y la inseguridad del trabajo”.

Finalmente, rescató que sin Dios no hay verdadera comunidad social, “queremos construir un mundo nuevo pero con Dios presente (...) el Dios Padre de Jesucristo debe ser fundamento de nuestra sociedad para que sea más fraterna y proteja la vida desde que es concebida hasta su muerte natural, el Dios y Padre que desea que “lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe”.

Una sociedad que haga suya estas recomendaciones de comportamiento que nos dice San Pablo, en la lectura que acabamos de oír: tener amor, vivir en paz, corregir a los indisciplinados, animar a los débiles, paciencia con todos, no devolver mal por mal, hacer el bien a todos, tener alegría, orar siempre, dar gracias, apartarse del mal”.

Todo es “nuestra legítima aspiración a vivir en paz, respetando y respetado como hermanos, hijos de una misma tierra chilena, tenemos que abrir nuestro corazón a Dios”.
Concluyó elevando una plegaria a María Nuestra Madre, para que ella, con su maternal manto nos proteja y guie al encuentro con su Hijo, nuestro Señor.

- Texto completo de la homilía de Mons. Lizama

Fuente: Comunicaciones Antofagasta

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Antofagasta, 18 de Septiembre, 2009

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